España en la historia

Identidad y misión

 Bienvenido Gazapo Andrade

Bienvenido Gazapo Andrade

8. El siglo XIX. El naufragio de España

La crisis de España tocó fondo a finales del XVII con la muerte sin descendencia, de Carlos II, el último de los reyes Austrias. Se instaló en España la actual dinastía borbónica en la persona de Felipe V de Anjou. Este cambio histórico trajo muchas consecuencias para la cultura española: Un mayor acercamiento a la órbita política y cultural francesa, especialmente a la Ilustración. Un nuevo estilo de gobierno de la casa francesa: centralización. Un gran deseo de reformas económicas, sociales y políticas.

España en la historia
En Europa se estaba abriendo camino la llamada Ilustración, fenómeno cultural que sustentó ideológicamente a las revoluciones burguesas, fijó nuevos principios y nuevos fines, capaces de alterar en forma sustancial el ritmo y la dinámica de la historia

Estos esfuerzos tuvieron resultados de diversa consideración: en general hubo un desarrollo agrícola moderado, así como de la industria y el comercio (especialmente en la segunda mitad de siglo). La población española se recuperó lentamente, creciendo de forma sostenida.

Pero en Europa se estaba abriendo camino la llamada Ilustración, fenómeno cultural que sustentó ideológicamente a las revoluciones burguesas, fijó nuevos principios y nuevos fines, capaces de alterar en forma sustancial el ritmo y la dinámica de la historia, pues protagonizó una revolución ideológica de gran alcance (que sigue siendo por el momento el fundamento esencial de la Modernidad y de muchos aspectos de nuestra Posmodernidad), tendente al desmantelamiento de todos los elementos culturales existentes hasta entonces y al intento de una recreación del mundo en otra clave cultural.

Los últimos años del siglo XVIII fueron malos para España (Carlos IV, Godoy). Napoleón Bonaparte, el revolucionario girondino era árbitro y señor de Europa. España debió posicionarse de nuevo: Una parte de los españoles, minorías ilustradas (muchos de ellos clérigos y religiosos) pensaban que Napoleón era imparable y había que aceptarlo. Por otra parte, el Antiguo Régimen estaba envilecido (lo cual era cierto) y Francia traía libertad y reforma profunda. Estos fueron los afrancesados (me atrevo a proponeros al inmortal Goya como uno de ellos). Enfrente estaba la España tradicional, la de siempre, llena de energías maravillosas (una fe arraigada profundamente, una conciencia de pueblo y nación), pero también de inercias (inmovilismo, clericalismo excesivo, nivel cultural mínimo) que despertaron contra el francés (impío, asesino, regicida…).

Estalló la guerra, la resistencia, el heroísmo. Pero también arraigó entre nosotros un equívoco asesino: la discordia invencible que, como una serpiente venenosa, ha ido enroscándose en toda la historia reciente española: Las dos Españas, necesariamente opuestas, irreconciliables, dialécticas (¿por qué?): tradicionalistas contra liberales; liberales doceañistas contra liberales veinteañistas; liberales progresistas contra liberales moderados; liberales demócratas contra liberales monárquicos...

«La invasión francesa (escribe J. Marías), precipitó la discordia latente, apenas incoada, en España y provocó lo que había de ser decisivo para todo el siglo siguiente: la discordia entre dos Españas» (Nota 1).

Esa discordia se hizo persecución y asesinatos en la segunda república española (1931-36) y en la guerra civil (1936-1939). Y cuando tras la transición política y varias décadas de democracia creíamos que había desaparecido la serpiente venenosa de la polarización (moda funesta que ha penetrado, al parecer, también en la Iglesia actual, a juzgar por la preocupación que manifiesta el papa León XIV, al invitarnos a la construcción de puentes (Nota 2), aparece otra vez la reivindicación de una “memoria histórica” muy particular, empeñada en abrir determinadas fosas y heridas en nuestra sociedad, que no auguran un futuro de paz.

NOTAS


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1.- Ob. cit., p. 323.

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2.- Se recomienda la lectura del libro de Elise Ann Allen, titulado León XIV, ciudadano del mundo, misionero del siglo XXI. Ed. Debate, 2025. Al final del mismo se recoge la entrevista concedida por el Papa a la autora el 10 de julio de 2025.

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