“Defensa de la Hispanidad”
Ramiro de Maeztu

En esta obra, Maeztu sintetizó de forma clarividente la esencia de la Hispanidad: es mucho más que un conjunto de características lingüísticas y culturales. Es una causa que une a una multitud de pueblos en un causa espiritual, fruto de una acción civilizadora sustentada en la convicción de que todos los hombres, sea cual sea su raza, cultura, nacionalidad o estatus social son naturalmente iguales. “Una causa universal que ensancha el alcance de la Cristiandad y une a muchos pueblos en una hermandad espiritual.” La Hispanidad fue como una “Christianitas minor”.
“El mundo no ha concebido un ideal más elevado que el de la Hispanidad. La hispanidad sostiene básicamente la conciencia de la unidad moral del género humano y una fe profunda en la igualdad esencial de todos los hombres: Nadie es mejor que otro. Son nuestras obras las que pueden ser mejores o peores, y el que hoy las hace buenas, mañana puede hacerlas malas, y nadie ha de erigirse en juez del otro, excepto Dios. Los hombres hemos de contentarnos con juzgar las obras.”
“Cualquier hombre, por caído que se encuentre, puede levantarse; pero también caer, por alto que parezca. En esta posibilidad de caer o levantarse todos los hombres son iguales. Y la fraternidad de los hombres no puede tener más fundamento que la conciencia de la común paternidad de Dios.”
“Cada cual es hijo de sus obras”, asegura Cervantes. “Yo puedo ser duque y tú criado; pero yo puedo ser mal dique y tú buen criado. En lo esencial somos iguales, y no sabemos cuál de los dos ha de ir al cielo. Pero sí sabemos que por encima de las diferencias de las clases sociales, están la caridad y la piedad, que todo lo nivelan. Todos los hombres pueden salvarse; todos pueden perderse. No hay pecador que no pueda redimirse, ni justo que no esté al borde del abismo. Por eso todos son hermanos; hermanos de incertidumbre respecto al destino, náufragos en la misma lancha, sin saber si serán recogidos y llegarán a puerto.”
La acción civilizadora sustentada por estos principios “dependía de la perfecta compenetración entre los dos poderes: el temporal y el espiritual; compenetración que no tiene ejemplo mejor en la Historia y que es la originalidad característica de España ante el resto del mundo.”
“Los españoles no nos hemos creído nunca un pueblo superior. Nuestro ideal ha sido siempre trascendente a nosotros. Lo que hemos creído superior es nuestro credo en la igualdad esencial de los hombres.”
En las Leyes de Indias se especificaba que al Nuevo Mundo “se debe enviar hombres buenos y sabios, que instruyan a los naturales en la fe y les enseñen buenas costumbres, y los traten muy bien y amorosamente.”
Los pueblos hispánicos estaban unidos por un ideal común universalmente acatado, bajo una autoridad común reconocida y respetada por todos: la Monarquía católica hispánica. No era otro este espíritu que el de toda la Cristiandad en la Edad Media. Los españoles de un lado y otro del mar se sentían “más iguales por la común historia y la protección de las mismas leyes, más hermanos por la conciencia de la paternidad de Dios, la comunidad de la misma misión y el protagonismo de un mismo drama para todos: la posibilidad cotidiana de salvarse o perderse. Pero los ideales liberales modernos corrompieron las mentes y los corazones de estos pueblos hispanos. Y fue de la propia España de donde surgió la crisis de la hispanidad.”