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Sólo se ve bien con el corazón

Leyendo El Principito de
A. SAINT-EXUPÈRY

Andrés Jiménez Abad

La separación

LA SEPARACIÓN

El capítulo XXVI está lleno de contrastes, de enseñanzas y de melancolía. Se abre con la enigmática presencia de la serpiente. El principito habla con ella y queda en que esa noche emprenderá el camino de regreso a su planeta. Vuelve al lugar del que partió, a su hogar, con su amada flor y sus pequeños volcanes. Pero, misteriosamente, se nos afirma que tiene que pasar por el duro trance de la muerte. No oculta su miedo, incluso. Volver a nuestro origen, tras el extravío, no es sencillo. Pero al mismo tiempo se revela que la muerte no es la última palabra. Y que lo que se ve no es lo importante... "Parecerá un poco que me muero.... Parecerá que me he muerto y no será verdad..." La muerte, así pues, se asemeja a una purificación, en la que el cuerpo se asemeja a una corteza... "una vieja corteza abandonada". Y es que, ciertamente cuando un amigo se va... algo se muere en el alma.

Pero el principito cambia de tema sorprendiendo al aviador:

"-Estoy contento de que hayas encontrado lo que faltaba a tu máquina. Vas a poder volver a tu casa... -¿Cómo lo sabes? Precisamente, revela el narrador, venía a anunciarle que contra toda esperanza había tenido éxito en mi trabajo."

Es que lo que faltaba al trabajo del aviador, y a su vida misma, centrada esencialmente en el trabajo, era el sentido, el para qué. Ahora, gracias a la amistad del principito, a su risa, la vida y el trabajo ya no serán anodinos, insustanciales, absurdos; y la vida ya no será un desierto de soledad y vacío, porque en ella habrá una fuente que mana un agua "buena para el corazón"; esa fuente es una persona, alguien que no nos es indiferente, el amigo que es único en el mundo. "Vas a poder volver a tu casa": Sí, regresa a tu existencia, ahora que tiene ya para ti un sentido, ahora que sabes que eres "único en el mundo", que eres importante para alguien, no porque le eres útil o porque le interesa lo que tienes o lo que haces, sino, simplemente, por ser tú.

Lo extraordinario es que, gracias a las personas a las que amamos, todo aquello que nos habla de ellas, o que guarda con ellas alguna relación, está lleno de valor y de sentido.

"Es como con la flor, le dice el principito. Si amas a una flor que se encuentra en una estrella, es agradable mirar el cielo por la noche. Todas las estrellas están florecidas... Y es como el agua. La que me has dado a beber era como una música, por la roldana y por la cuerda... ¿Te acuerdas?... Era dulce."

Y entonces, le dice aún, el universo mismo tendrá sentido, incluso en la noche:

"Por la noche mirarás las estrellas... Mi estrella será para ti una de ellas. Entonces te agradará mirar las estrellas... Todas serán tus amigas. Y luego te voy a hacer un regalo..."

El principito volvió a reír.

-¡Ah, hombrecito...! ¡Me gusta oí tu risa!

-Precisamente, será mi regalo... Cuando mires al cielo, por la noche, como ya habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tú tendrás estrellas que saben reír! Y cuando de hayas consolado (siempre se encuentra consuelo) estarás contento de haberme conocido. Serás siempre mi amigo."

Pero cuidado, no todos entienden esto. "Tus amigos se asombrarán al verte reír mirando el cielo... te creerán loco. Te habré hecho una muy mala jugada." Es verdad. Las personas mayores, los que compran cosas hechas a los mercaderes, los que nunca tienen tiempo, los que sólo entienden de números y de utilidad, de intereses y de prisas..., lo que creen que en este mundo sólo estamos para disfrutar y satisfacer nuestros deseos y que luego "nos quiten lo bailado", pensarán que buscar sentido más allá es algo estúpido.

No obstante, el principito vuelve a su alegría desbordante:

"-Será como si te hubiera dado en lugar de estrellas... un montón de cascabelitos que saben reír... Y yo también miraré las estrellas. Todas las estrellas serán pozos con una roldana enmohecida. Todas las estrellas me darán de beber... ¡Será tan divertido! Tendrás quinientos millones de cascabeles y tendré quinientos millones de fuentes..."

Pero calló, porque lloraba...

Sí, la despedida hace llorar y sufrir a los amigos. Y podríamos pensar como el propio principio le objetó al zorro: "-Entonces no ganas nada... Pero... -Gano, dijo el zorro, por el color del trigo."

La última reflexión antes de partir, sin embargo, le remite a quien da sentido a su vida, a su flor:

"-¿Sabes?... mi flor... soy responsable. ¡Y es tan débil! ¿Y es tan ingenua! Tiene cuatro espinas insignificantes para protegerse contra el mundo.."

Ya en el capítulo XXVII, seis años más tarde de lo acontecido, el narrador dice haberse consolado "un poco". El hecho es que, al no hallar el cuerpo del principito al nacer el día siguiente, llegó a la convicción de que su regreso al planeta se había consumado. Y ahora... "por la noche, confiesa, me gusta oír las estrellas. Son como quinientos millones de cascabeles..." Pero..., ay, como olvidó añadir una cuerda a su bozal para el cordero, la preocupación no ha desparecido...

Y así, cuando piensa que la flor no ha sufrido daño por los cuidados del principito, "todas las estrellas ríen dulcemente"... Pero, ¿y si el principito llega a distraerse y el cordero se acerca a la flor y se la come durante la noche...? "¡Entonces los cascabeles se convierten en lágrimas!... Porque ahora ya "nada en el universo sigue siendo igual si en alguna parte, no se sabe dónde..., un cordero ha comido a una rosa."

Las "personas mayores" nunca comprenderán que tal cosa tenga tanta importancia... Sin embargo, para quien vive amando, nada es indiferente. El mundo, el paisaje desértico donde aconteció el encuentro, el color el trigo, las estrellas... todo está lleno de significado, porque nos habla de aquellos a los que amamos. El amor que nos hace responsables para siempre de quien amamos va más allá de las apariencias y es capaz de descubrir el valor de lo que se ama...

Porque es precisamente el amor el que hace nuevas todas las cosas.


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