Casa de muñecas
Henrik Ibsen
HELMER: ¡Calla! ¿No te has acostado? ¿Te has vuelto a vestir?
NORA (Con su ropa Habitual):
Sí, Torvaldo, he vuelto a vestirme.
HELMER:
¿Y para qué?
NORA:
No pienso dormir esta noche.
NORA:
Siéntate. La conversación será larga. Tenemos mucho que decirnos.
HELMER (Sentándose frente a ella):
Me tienes intranquilo, Nora. No te comprendo.
NORA:
Dices bien; no me comprendes. Ni yo tampoco te he comprendido a ti hasta... esta noche. No me interrumpas. Oye lo que te digo...Tenemos que ajustar nuestras cuentas.
HELMER: ¿En qué sentido?
NORA (Después de una pausa):
Estamos uno frente al otro. ¿No te llama la atención una cosa?
HELMER:
¿Qué quieres decir?
NORA:
Hace ocho años que nos casamos. Piensa un momento: ¿no es ahora la primera vez que nosotros dos, marido y mujer, hablamos a solas seriamente?
HELMER:
Seriamente, sí..., pero ¿qué?
NORA:
Ocho años han pasado.... y más todavía desde que nos conocemos,
y jamás se ha cruzado entre nosotros una palabra seria respecto de un asunto grave.
HELMER:
¿Iba a hacerte partícipe de mis preocupaciones, sabiendo que no podías quitármelas?
NORA:
No hablo de preocupaciones. Lo que quiero decir es que jamás hemos tratado de mirar en común al fondo de las cosas.