Casa de muñecas
Henrik Ibsen
ACTO SEGUNDO - ESCENA IV
NORA:
Eso; sí. Acuérdate de todo lo que escribieron en los periódicos contra papá personas viles..., y de todas las calumnias que lanzaron contra él. Creo que lo habrían destituido, de no haberte enviado a ti al ministerio para hacer el informe y de no haberte mostrado tan benévolo con él.
HELMER:
Norita mía, existe una gran diferencia entre tu padre y yo. Tu padre no era funcionario inatacable; yo sí, y espero continuar siéndolo mientras conserve mi posición.
NORA:
¡Oh! ¡Quién sabe de lo que son capaces de inventar las malas lenguas! ¡Podríamos vivir tan bien, tan tranquilos, tan contentos, en nuestro apacible nido, tú, los niños y yo! Por eso te lo suplico con tanta insistencia.
HELMER:
Pues precisamente por hablarme tú en su favor, me es imposible acceder. Ya se sabe en el Banco que Krogstad va a quedar cesante, y si ahora se supiera que la mujer del nuevo director le ha hecho cambiar de opinión...
NORA:
¿Qué?
HELMER:
No, poco importa, naturalmente, con tal que tú te salgas con la tuya. ¿Puedes querer que me ponga en ridículo a los ojos de todo el personal?... ¿O dar a entender que soy accesible a toda clase de influencias extrañas? Puedes estar segura de que no tardarían en dejarse sentir las consecuencias. Y además, hay otra razón que hace imposible la permanencia de Krogstad en el Banco mientras yo sea director.
NORA:
¿Cuál?
HELMER:
En lo que respecta a su mancha moral..., yo en rigor hubiera podido ser indulgente...
NORA:
¿Sí, verdad, Torvaldo?
HELMER:
Sobre todo después de saber que es un buen empleado; pero lo conozco hace mucho tiempo. Es una de esas amistades de la juventud, contraídas a la ligera, y que después nos estorban frecuentemente en la vida. Para decírtelo francamente: nos tuteamos. Y ese hombre tiene tan poco tacto, que no disimula en presencia de otras personas, sino que, por lo contrario, cree que tiene derecho a usar conmigo de un tono familiar, y siempre está tú por arriba, tú por abajo . Te juro que eso me molesta mucho, y haría intolerable mi situación en el Banco.
NORA:
Torvaldo, tú no lo dirás en serio.
HELMER:
Sí. ¿Por qué no?
NORA:
Porque sería un motivo mezquino.