La familia, espacio sagrado de personalización
Móstoles (Madrid), 08-05-2010
Socialización verdadera
B).- Pero, poniendo los acentos sobre la dimensión de la identidad ¿no estamos olvidando la vertiente de social, preposicional o de la alteridad de la persona? ¿No se ha acusado a la familia como el reducto del individualismo, del autoritarismo y de la insolidaridad social?
Quizás se olvida con demasiada frecuencia que la socialización no es mero proceso de adaptación al otro o a los otros, ni es un mero mutualismo producto de una negociación de intereses. La verdadera socialización se produce cuando, desde la seguridad en mí mismo, soy capaz de percibir al otro como un bien en sí que se merece algo o todo de mí. Va más allá de la tolerancia para desembocar en el respeto; va más allá de la participación democrática y ciudadana para alcanzar la solidaridad y el amor; va más allá del juego de contrapesos de derechos y deberes para culminar en la entrega.
Ante la ausencia de una socialización creativa, no se podrá hablar más que de una socialización defensiva. Pero para que se produzca esa socialización creativa, es preciso contar con la experiencia de una percepción del otro, no como alguien que viene a amenazar mi yo, sino como alguien que viene al encuentro para aceptarme solamente porque estoy ahí; que está dispuesto a darme algo y a darse sin pedir nada a cambio. Esta experiencia, sin duda, solamente puede producirse naturalmente en el seno de la familia.