Saber mirar
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De vuelta de la Modernidad para ser en verdad modernos

Luis Martín Santos: Tiempo de silencio


"No, no, no, no es así. La vida no es así, en la vida no ocurre así. El que la hace no la paga. El que a hierro muere no a hierro mata. El que da primero no da dos veces. Ojo por ojo. Ojo de vidrio para rojo cuévano hueco. Diente por diente. Prótesis de oro y celuloide para el mellado abyecto. La furia de los dioses vengadores. Los envenenados dardos de su ira. No siete sino setenta veces siete. El pecado de la Cava hubo también de ser pagado. Echó el río Tajo el pecho afuera hablando al rey palabras de mane-tecel-fares. Cuidadosamente estudió el llamado Goethe las motivaciones del sacrificio de Ifigenia y habiéndolas perfectamente comprendido, diose con afán a ponerlas en tragedia. El que la hace la paga. No siempre el que la hace: el que cree que la hizo o aquel de quien fue creído que la había hecho o aquel que consiguió convencer a quienes le rodeaban al envolverse en el negro manto del traidor, pálida faz, amarilla mirada, sonrisa torva. ¿Hombre o lobo? ¿El hombrelobo? ¿El lobo que era hombre durante las noches de luna llena? ¿El lobo feroz cuya boca es cuatro veces más ancha que la de un hombre? ¿El hombre lobo para el hombre? ¿La batida contra las alimañas dañinas que descienden al valle y estragan los rebaños? El hombre es la medida de todas las cosas: Mídase la boca de un lobo con la boca de un hombre y se hallará que es cuatro veces más grande y que la parte de paladar, tan tierna y sonrosada en la boca del hombre (y de la mujer) cuya zona posterior —especialmente delicada— suele ser llamada velo (en ambos sexos) a causa de su blandura y de sus aptitudes para la ocultación, es en el lobo, por el contrario, de un alarmante colorido negruzco. «Imitaré en esto al sol que permite a las viles nubes ponzoñosas ocultar su belleza al mundo para (cuando le place ser otra vez él mismo) hacerse admirar más abriéndose paso a través de las sucias nieblas que parecían asfixiarlo. Así, cuando ya abandone esta vida y pague mi deuda, rebasaré las esperanzas que pudieran haber sido puestas en mí.» Pero no parece comprensible que las cosas hayan tenido que ocurrir de esa manera, esta misma noche ya, sin esperar un poco.

“Por aquí abajo nos arrastramos y nos vamos yendo hacia el sitio donde tenemos que ponernos silenciosamente a esperar silenciosamente que los años vayan pasando y que silenciosamente nos vayamos hacia donde se van todas las florecillas del mundo. Pero no me siento suficientemente desesperado, siento un placer muelle en este arcaico instrumento que galopa, galopa, galopa como un animal con su traqueteo ruidoso de efecto hipnótico que hace coincidir su ritmo con el del electroencefalograma y que por un sistema de acomodación idéntico al que emplean los negros en las tribus primitivas, con sus tam-tam en las noches de fiesta y bailando, bailando consiguen —ellos, sí, dichosos— llegar al famoso éxtasis, mientras que aquí ni aun el sueño se consigue. Si llegara al éxtasis, si cayera al suelo y pateara ante la misma cara del predicador viajero podría convertirme, atravesar el lavado necesario del cerebro prevaricador y quedar convertido en un cazador de perdices gordas y aldeanas sumisas. Pero no somos negros, no somos negros, los negros saltan, ríen, gritan y votan para elegir a sus representantes en la ONU. Nosotros no somos negros, ni indios, ni países subdesarrollados. Somos mojamas tendidas al aire purísimo de la meseta que están colgadas de un alambre oxidado, hasta que hagan su pequeño éxtasis silencioso. Tracatracatracatracatracatracatraca traqueteo tracatracatracatracatraca: se puede formar un ritmo, es cuestión de darle una forma, una estructura gestáltica, puede conseguirse un ritmo distinto según la postura en que uno se ponga a escuchar un ritmo cada dos, un ritmo cada tres, un ritmo cada cuatro y luego repetir, o bien otro ritmo como en las figuras ópticas se puede ver una copa o el perfil de una cara. Racionalismo mórbido, qué me importan a mí los ritmos, las figuras y las gestalten si me están capando vivo. ¿Y por qué no estoy desesperado? Es cómodo ser eunuco, es tranquilo, estar desprovisto de testículos, es agradable a pesar de estar castrado tomar el aire y el sol mientras uno se amojama en silencio. ¿Por qué desesperarse si uno sigue amojamándose silenciosamente y las rosas siguen sien... las rosas?... ajjj."


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