De vuelta de la Modernidad para ser en verdad modernos
No conozco a nadie que no se emocione con la lectura de El Principito. Es verdad hay que ver con el corazón y no con la utilidad de la razón. Es verdad: van en trenes en todas direcciones y no saben a dónde van. Qué verdadero, qué bonito.
Pero nadie deja de subir al tren rápido, porque le acucia internamente tener que traer el pan para las dos de hoy y de mañana. La viña está ahí, si no van los esclavos ¿quién nos traerá el vino y el pan de cada día?. La esclavitud tardó mil años en desaparecer. (Perdón, ¿Seguro que ha desaparecido?), pero pasito a pasito consiguieron cambiar el modelo económico esclavista.
Esta es la cuestión.
CAPÍTULO XXII
"-¡Buenos días! -dijo el principito.
-¡Buenos días! -respondió el guardavías.
-¿Qué haces aquí? -le preguntó el principito.
-Formo con los viajeros paquetes de mil y despacho los trenes que los llevan, ya a la derecha, ya a la izquierda.
Y un tren rápido iluminado, rugiendo como el trueno, hizo temblar la caseta del guardavías.
-Tienen mucha prisa -dijo el principito-. ¿Qué buscan?
-Ni siquiera el conductor de la locomotora lo sabe -dijo el guardavías.
Un segundo rápido iluminado rugió en sentido inverso.
-¿Ya vuelve? -preguntó el principito.
-No son los mismos -contestó el guardavías-. Es un cambio.
-¿No se sentían contentos donde estaban?
-Nunca se siente uno contento donde está -respondió el guardavías.
Y rugió el trueno de un tercer rápido iluminado.
-¿Van persiguiendo a los primeros viajeros? -preguntó el principito.
-No persiguen absolutamente nada -le dijo el guardavías-; duermen o bostezan allí dentro. Únicamente los niños aplastan su nariz contra los vidrios.
-Únicamente los niños saben lo que buscan -dijo el principito. Pierden el tiempo con una muñeca de trapo que viene a ser lo más importante para ellos y si se la quitan, lloran...
-¡Qué suerte tienen! -dijo el guardavías."