"Cuando doy un concierto, sea en un gran teatro, sea en un auditórium palaciego, o en un monasterio o… tocando sólo para el Papa, como hice una vez ante Juan Pablo II, el instante más emotivo y más feliz para mí es ese momento de silencio que se produce antes de empezar a tocar. Entonces sé que el público y yo vamos a compartir una música, con todas sus emociones estéticas. Pero yo no sólo no busco el aplauso, sino que, cuando me lo dan, siempre me sorprende…, ¡se me olvida que, al final del concierto, viene la ovación!
Y le confesaré algo más: casi siempre, para quien realmente toco es para Dios… He dicho «casi siempre» porque hay veces en que, por mi culpa, en pleno concierto puedo distraerme. El público no lo advierte. Pero Dios y yo sí."
(Narciso Yepes)
(Narciso Yepes)
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