Hemos perdido el rumbo...
Calígula, de Albert Camus
ESCENA I
Grupo de Patricios, entre ellos uno muy viejo, en una sala del palacio; dan muestras de
nerviosidad.
PRIMER PATRICIO. Como siempre, nada.
EL VIEJO PATRICIO. Nada a la mañana, nada a la noche.
SEGUNDO PATRICIO. Nada desde hace tres días.
EL VIEJO PATRICIO. Los correos parten, los correos vuelven. Menean la cabeza y dicen:
"Nada".
SEGUNDO PATRICIO. Se ha recorrido toda la campiña; no hay nada que hacer.
PRIMER PATRICIO. ¿Por qué inquietarse por anticipado? Esperemos. Quizá vuelva como se fue.
EL VIEJO PATRICIO. Yo lo vi salir del palacio. Tenía una mirada extraña.
PRIMER PATRICIO. Yo también estaba y le pregunté qué le ocurría.
SEGUNDO PATRICIO. ¿Respondió?
PRIMER PATRICIO. Una sola palabra: "Nada".
Pausa. Entra Helicón comiendo cebollas.
SEGUNDO PATRICIO (siempre nervioso). Es inquietante.
PRIMER PATRICIO. Vamos, todos los jóvenes son así.
EL VIEJO PATRICIO. Por supuesto, la edad barre con todo.
SEGUNDO PATRICIO. ¿Os parece?
PRIMER PATRICIO. Esperemos que olvide.
EL VIEJO PATRICIO. ¡Claro! Por una que se pierde, se encuentran diez.
HELICÓN. ¿De dónde sacáis que se trata de amor?
PRIMER PATRICIO. ¿Y qué otra cosa puede ser? De todos modos, afortunadamente, las penas no son eternas. ¿Sois capaz de sufrir más de un año?
SEGUNDO PATRICIO. Yo no.
PRIMER PATRICIO. Nadie tiene ese poder.
EL VIEJO PATRICIO. La vida sería imposible.
PRIMER PATRICIO. Ya lo veis. Mirad, perdí a mi mujer el año pasado. Lloré mucho y
después olvidé. De vez en cuando siento pena, pero en suma, no es nada.