Del Islam a la Yihad
UNA REFLEXIÓN GEOPOLITICA SOBRE EL MUNDO ISLÁMICO A COMIENZOS DEL SIGLO XXI
Bienvenido Gazapo.
Profesor Titular de Geopolítica. UEM
ALGUNAS ACLARACIONES SOBRE EL COMPLICADO PANORAMA DE LOS FUNDAMENTALISMOS ISLÁMICOS
1ª. Afirmar que no todos los musulmanes son fundamentalistas no significa afirmar que aquellos que no lo son sean amigos de Occidente (Nota 1). Ni los nacionalistas (Sadam Hussein en Iraq, Gadafi en Libia), ni los conservadores como los wahabitas en el poder (Arabia Saudí), cuyas ideas sobre los derechos humanos siguen siendo opuestas a la noción occidental de persona, fueron o son amigos de Occidente. Esto no quita la existencia de alianzas tácticas en función de intereses políticos o económicos.
2ª. Hay al menos dos tipos de fundamentalistas: los que el sociólogo Renzo Guolo llama "radicales", que como en su momento hizo Lenin, piensan que hay que conquistar el poder cuanto antes, por la violencia, para islamizar la sociedad “desde arriba”; y los “neo-tradicionalistas”, que, como propuso Gramsci para el comunismo, opinan que a la sociedad hay que islamizarla "desde abajo", conquistando las escuelas, los media, los tribunales, etc. No se distinguen en los fines, sino en los medios. Es cuestión de estrategia.
3ª. La importancia de ideólogos fundamentalistas dentro del islam en general es grande, siendo muy respetados por la generalidad de los creyentes. En importantes ediciones del Corán, aparecen citados entre los comentaristas más autorizados, importantes fundamentalistas (Nota 2).
4ª. El fundamentalismo se ha revalorizado en el escenario islámico contemporáneo por una razón histórica que merece la pena recordar: Desde hace un siglo se vienen planteando dos preguntas opuestas en el seno del Islam. El islamismo ¿ha perdido poder e importancia en el siglo XX porque se ha quedado atrás respecto a Occidente o más bien porque se ha aproximado demasiado a Occidente, olvidando la pureza de fe? Esta pregunta admite dos respuestas: la “progresista” y la “fundamentalista”. Ésta última ha adquirido nuevo vigor, mientras que la otra, que ha sido experimentada por regímenes laicistas, ha fracasado, según ellos, dando lugar a la corrupción.
5ª. Si es verdad que no todos los fundamentalistas son terroristas, también es verdad que todos los terroristas son fundamentalistas, en un doble sentido al menos: 1º. Todos (Osama Ben Laden, entre ellos) se apoderan de las consignas del fundamentalismo, 2º. Éste representa a un mismo tiempo su móvil y su esperanza. Y es que en el Islam no es realmente posible distinguir entre religión y política. De hecho, si algo preocupa a estos terroristas, es el riesgo de que su gesto se clasifique como suicidio y no como martirio.
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Notas
1) Es importante hacer una aclaración. La decena de países que han vivido la “primavera árabe” tienen una población islámica superior al 90%, con un mundo de convicciones, «que mide la propia fe de acuerdo con el rechazo de las demás» (B. Obama). En efecto, todavía en Egipto —acaso el país más cosmopolita—, buena parte de la población que derrocó a Mubarak, respondía lo siguiente al ser encuestada por Forum on Religion & Public Life: ante la elección de la opción modernizadora o la fundamentalista del islam, el 59 % prefería la última y el 84% reclamaba la pena capital para los apóstatas (cf. Sandro Magister, 3 feb.2011, www.chiesaespressonline.it).
Si bien los regímenes políticos de estos estados son distintos (los norteafricanos, menos Marruecos, adoptaron regímenes laicistas; los de la Península Arábiga han mantenido sus monarquías tradicionales), todos son autoritarios y en ellos la Sharía (en sus interpretaciones más o menos rigoristas) es fuente de legislación civil.
En Marruecos, Argelia y Túnez (países con más del 98% de población islámica) los ciudadanos —musulmanes por definición— son castigados por la ley si se convierten a otros credos. En Libia, la dictadura militar gadafista, por ser más laicista, fue algo más tolerante, salvo con los fundamentalismos islámicos. En Egipto, la Universidad islámica Al-Azhar constituye un formidable instrumento de control religioso sobre la población. Arabia Saudí es una monarquía absoluta controlada por la familia Saud, wahabita, en la que no hay todavía posibilidad de cultos cristianos y permanece la discriminación aun sobre los islámicos chiíes. En Yemen, el código penal castiga la apostasía con la muerte. En Bahreim, Qatar y Omán (con menos del 90% de población islámica) la Sharía también es fuente de legislación y el control estatal, si bien los dos últimos estados permiten erigir lugares de culto a determinadas iglesias cristianas y a otros grupos religiosos.
2) Entre otros, Al´A Maududi (1903-1979), fundador en 1941 en el subcontinente indio de la Jamaat-i Islami, la mayor organización fundamentalista mundial junto con los Hermanos Musulmanes.