Saber mirar
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Claves para comprender la necesidad de recuperar una mirada de misericordia

9. TESTIMONIOS DEL ARTE

La rebeldía contra Dios ha traído la muerte del hombre, y ha endurecido su corazón para aceptar la Misericordia, con que el mismo Dios lo acompaña. Cientos de páginas literarias o de obras artísticas, como ventanales que contemplan de manera privilegiada la vida, avalan mi afirmación. ¿Qué es si no “El grito” de Munch, o gran parte de la obra de Magritte sobre la despersonalización y el vacío psicológico del hombre contemporáneo?

Permitidme que os traiga algunos textos antológicos que sólo en estas claves pueden en verdad ser comprendidos

Rubén Darío: Lo Fatal

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror…
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!…

Vicente Huidobro publicó un extraño y larguísimo poema en 1919, dentro de las corrientes vanguardistas. Elijo tres fragmentos del Canto I:

En el primero en medio de su desesperación afirma:

“Soy yo Altazor
Abrí los ojos en el siglo
En que moría el cristianismo.
Retorcido en su cruz agonizante
Ya va a dar el último suspiro
¿Y mañana qué pondremos en el sitio vacío? 95
Pondremos un alba o un crepúsculo
¿Y hay que poner algo acaso?
La corona de espinas
Chorreando sus últimas estrellas se marchita
Morirá el cristianismo que no ha resuelto ningún problema 100
Que sólo ha enseñado plegarias muertas.
Muere después de dos mil años de existencia
…………………
Mil aeroplanos saludan la nueva era
Ellos son los oráculos y las banderas

El segundo son los primeros versos del Canto I. El comienzo es especialmente significativo. Ha de leerse en el contexto de la referencia a la expulsión de los Primeros Padres del Paraíso por su desobediencia inicial. Ahora tiene lugar la expulsión segunda del paraíso de los hombres quien con sus propias manos quiso construir su felicidad. Sin este referente bíblico no puede entenderse ni la historia del mundo moderno y contemporáneo ni su alma desolada y desorientada. Así comienza el canto I. Reflexionad sobre el verso 12:

“Altazor ¿por qué perdiste tu primera serenidad?
¿Qué ángel malo se paró en la puerta de tu sonrisa
Con la espada en la mano?
¿Quién sembró la angustia en las llanuras de tus ojos como el adorno de un dios?
¿Por qué un día de repente sentiste el terror de ser? 5
Y esa voz que te gritó vives y no te ves vivir
¿Quién hizo converger tus pensamientos al cruce de todos los vientos del dolor?
Se rompió el diamante de tus sueños en un mar de estupor
Estás perdido Altazor
Solo en medio del universo 10
Solo como una nota que florece en las alturas del vacío
No hay bien no hay mal ni verdad ni orden ni belleza
¿En dónde estás Altazor?

El tercer texto son unos versos también del Canto I, (vs.144-149) pero que anuncian la nostalgia de la Misericordia, de alguien que tenga corazón de madre.

Escribe Vicente Huidobro:

“Estoy solo
La distancia que va de cuerpo a cuerpo 135
Es tan grande como la que hay de alma a alma
Solo
Solo
Solo
Estoy solo parado en la punta del año que agoniza 140
El universo se rompe en olas a mis pies
Los planetas giran en torno a mi cabeza
Y me despeinan al pasar con el viento que desplazan
Sin dar una respuesta que llene los abismos
Ni sentir este anhelo fabuloso que busca en la fauna del cielo
Un ser materno donde se duerma el corazón
Un lecho a la sombra del torbellino de enigmas
Una mano que acaricie los latidos de la fiebre.”

¿Estará echando en falta al Dios, Padre-Madre, que tiene un Corazón misericordioso?

La víspera de su muerte Oscar Wilde se encontró con Cristo. Ingresó en la Iglesia católica y recibió los sacramentos. El sufrimiento le llevó a la conversión. “Pero así como había veces en que me hundía en 1a idea de que mi dolor no iba a tener fin, no podía soportar la idea de que no tuviera significado”. La Misericordia divina se adelantó a la Justicia.

Pero quizás valga su paciencia, la de ustedes, comentarles el testimonio dejado en su a modo de testamento o diario íntimo “De profundis” Oscar Wilde:

“Cansado de estar en las alturas, me lancé deliberadamente a profundidades en busca de una nueva sensación. Lo que era para mí la paradoja en la esfera del pensamiento era la perversidad en la esfera de la pasión. El deseo, en resumen, era una enfermedad, o una locura o ambas cosas a la vez. Dejaron de importarme las vidas de los demás. Tomaba el placer donde lo encontraba y seguía mi camino. Olvidé que cada pequeña acción de un día cualquiera hace o deshace el carácter y que aquello que uno hace en la mayor intimidad de la habitación tiene uno que gritarlo en el tejado. Dejé de ser dueño de mí mismo. No fui nunca más el señor de mi alma y no me daba cuenta de ello. Permití que el placer se adueñara de mí. Y terminé en terrible desgracia. Ahora sólo me queda una cosa: absoluta humildad.

Pronto hará dos años que estoy en la cárcel. Fuera de mi naturaleza ha venido una salvaje desesperación, me he abandonado al dolor de una manera que excita a la compasión, una ira terrible e impotente, amargura y desconsuelo, angustia que se lamentan en voz alta, miseria que no ha encontrado voz; tristeza que es muda. He pasado a través de todas las formas del sufrimiento. ….

Pero así como había veces en que me hundía en 1a idea de que mi dolor no iba a tener fin, no podía soportar la idea de que no tuviera significado. Ahora he encontrado escondido en algún rincón de mi naturaleza, algo que me dice que no hay nada en el mundo que no tenga significación, y el sufrimiento menos que nada.” [WILDE, Oscar “De profundis” Obras inmortales Edit.EDAF.1988. Pág 1572]

Pocas veces se puede leer una obra tan desgarradora como “De profundis”, escrita, en la cárcel. ¿Son memorias desde la desolación o confesión sincera de un alma tan desesperada como acorralada? Desde luego nada tiene que ver con el luminoso testimonio de un San Agustín que en su conversión ha encontrado en Cristo la razón de vivir, el “tarde te amé”. En “de profundis” encontramos un alma desesperada; pero, como en tantas personas de nuestro tiempo, sin haber encontrado en el arrepentimiento impulso hacia la conversión. En el “De profundis” de Wilde no existe el “clamavi ad Te, Dómine”. En este “de profundis” sólo se oye el grito desesperado que surge desde el abismo de la desesperanza. En el inicio del escrito confiesa “para mí no hay más que una estación, la de la amargura”

He seleccionado este fragmento por considerarla una radiografía del alma del hombre moderno en el proceso de sus días. Hoy también es frecuente encontrar amargas desesperaciones sin esperanza.

Al leer esta obra he recordado las palabras de Benedicto XVI en su segunda encíclica “Spes salvi”: “Precisamente cuando los hombres, intentando evitar toda dolencia, tratan de alejarse de todo lo que podría significar aflicción, cuando quieren ahorrarse la fatiga y el dolor de la verdad, del amor y del bien, caen en una vida vacía en la que quizás ya no existe el dolor, pero en la que la oscura sensación de la falta de sentido y de la soledad es mucho mayor aún. Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito”.

La víspera de su muerte Oscar Wilde se encontró con Cristo. Ingresó en la Iglesia católica y recibió los sacramentos. El sufrimiento le llevó a la conversión. “Pero así como había veces en que me hundía en 1a idea de que mi dolor no iba a tener fin, no podía soportar la idea de que no tuviera significado”. La Misericordia divina se adelantó a la Justicia.

Añado otro testimonio de cómo se ha hundido la esperanzada liberación que ha recorrido la historia moderna y contemporánea. Pertenece a Tiempo de Silencio del escritor Luis Martín Santos, escrita en 1966. Hoy todo sigue como si la amarga experiencia de los siglos anteriores no hubiera servido para nada. En vez de abrirse a la Esperanza, prefiere empecinarse en la cínica y amarga afirmación: esto no nos sirve, pero no queremos ni otro mundo ni otra cosa.

“¿Hombre o lobo? ¿El hombrelobo? ¿El lobo que era hombre durante las noches de luna llena? ¿El lobo feroz cuya boca es cuatro veces más ancha que la de un hombre? ¿El hombre lobo para el hombre? ¿La batida contra las alimañas dañinas que descienden al valle y estragan los rebaños? El hombre es la medida de todas las cosas: Mídase la boca de un lobo con la boca de un hombre y se hallará que es cuatro veces más grande y que la parte de paladar, tan tierna y sonrosada en la boca del hombre (y de la mujer) cuya zona posterior —especialmente delicada— suele ser llamada velo (en ambos sexos) a causa de su blandura y de sus aptitudes para la ocultación, es en el lobo, por el contrario, de un alarmante colorido negruzco. «Imitaré en esto al sol que permite a las viles nubes ponzoñosas ocultar su belleza al mundo para (cuando le place ser otra vez él mismo) hacerse admirar más abriéndose paso a través de las sucias nieblas que parecían asfixiarlo. Así, cuando ya abandone esta vida y pague mi deuda, rebasaré las esperanzas que pudieran haber sido puestas en mí.» Pero no parece comprensible que las cosas hayan tenido que ocurrir de esa manera, esta misma noche ya, sin esperar un poco”.

Lo he elegido por considerarlo un testimonio de gran relevancia para comprender la crisis que se va a producir en estos años en el derrumbamiento del ideal humano (tantas veces utópico) del mundo moderno y contemporáneo, ideal humano que aparece nítido desde el Renacimiento y llega mortecino a nuestros días. Sé que la llamada postmodernidad aparece unos años más tarde. Sin embargo el acontecimiento de mayo del 68 va a presagiar en su estruendo imponente el inicio de su aparición ineludible. Los relativismos conceptuales y éticos tienen su arranque en mayo del 68, implícitos en lemas tan conocidos como “prohibido prohibir”. Y muchas de sus aspiraciones político-éticas llegan hasta nuestros días. Esperemos que los movimientos del 15 m, no sean el inicio de un proceso revolucionario enemigo más que de los sistemas políticos de toda transcendencia, en especial de Cristo y de la Iglesia.

Luís Martín Santos era un psiquiatra y un médico muy culto. ¿A cuento de qué pone en boca de Pedro las dos citas más comunes con que en los manuales escolares definimos el antropocentrismo renacentista frente a la concepción teocéntrica del mundo y del hombre?. Pedro fracasado recuerda que el hombre se propuso ser “la medida de todas las cosas” y también que la secuela del individualismo, como ya lo había enseñado Roma, era “que el hombre se convertía en lobo para el hombre”. La mente de Pedro parece fruto de un proceso de enajenación. Entremezcla ambas frases. Recuerda viejas leyendas de hombres lobo en noches de luna. Compara bocas y velos de paladar. Y nada menos que el velo del paladar inexcusable para producir variedad de matices sonoros para poder hablar, lo reduce a su acepción etimológica, para resaltar su capacidad de ocultación y engaño.

El resultado es un sarcasmo demoledor. El pobre Pedro es menos que nada. El que tenía que ser medida de todas las cosas no puede convertirse ni siquiera en lobo para los demás. Ni por el bien ni por el mal puede llegar a ser alguien. Es un don nadie. Como dirá poco después, “desesperado por no estar desesperado”. ¿Estamos hablando de la historia personal de Pedro, protagonista de la novela, o en Pedro encontramos simbolizado el fracaso del hombre de nuestro tiempo en su arrogante actitud de llegar a convertirse en la medida de todas las cosas? Yo no tengo la menor duda


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