Señor: ¿por qué no haces algo?
Su voz nos responde
(Adaptado de A. de Mello)
Aquel hombre bueno quería mirar el mundo con ojos limpios y llenarlos de la luz. Pero su corazón sufría porque a su alrededor sólo encontraba motivos de dolor e indignación. Niños enfermos y hambrientos. Mujeres vejadas. Hombres solos y decepcionados, sin esperanza. Actitudes de desprecio, actos de injusticia y de humillación.
No podía comprender. Su corazón se resistía a dar como normal lo que sus ojos le mostraban. Y decidió gritarlo a Dios. La indignación oprimía su garganta:
- ¿Por qué?, exclamó. ¿Por qué consientes todo esto, Señor? ¿Cómo es posible que permanezcas impasible ante tanta muerte y tanto dolor? ¿Es que no vas a hacer nada?
Y después de un largo instante de silencio, escuchó una voz que le hablaba internamente:
- “Te he hecho a ti”.