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Monasterio de San Pedro de Cardeña

Monasterio de San Pedro de Cardeña

El primer documento fidedigno en el que se hace referencia al Monasterio de San Pedro de Cardeña se sitúa el 24 de septiembre del año 902, en el que se refleja la donación realizada al cenobio por el conde de Lantarón y de Cerezo, Gonzalo Téllez y su esposa Lambra. Aunque se sabe que 3 años antes, en el 899, fue restaurado por el rey Alfonso III el Magno.

Destruido por las tropas de Abderramán III en el 934, dando lugar a los tristemente célebres acontecimientos que llevaron al martirio a 200 de sus monjes en tiempos del abad Sancho, canonizados en 1603. Acontecimiento que suscitó una demanda exorbitante de reliquias, además de un importante movimiento devocional en torno a los santos Mártires.

Repoblado posteriormente y gracias al apoyo de los Condes de Castilla Fernán González (910-970) y García Fernández (938-955), dispuso de un excelente Scriptorium del que saldrían obras maestras, alcanzando su máxima notoriedad durante el siglo XI y desarrollando durante ese tiempo una extraordinaria actividad de creación de manuscritos y codicies miniados. Tal fue su actividad, que convirtió al Monasterio en foco de difusión de los textos benedictinos por excelencia.

Monasterio de San Pedro de Cardeña
Con el abadiato de San Sisebuto (1050-1086), transcurre el célebre episodio en que el Cid dejó a cobijo del Monasterio, a su esposa Doña Jimena y a sus hijas durante su destierro ordenado por Alfonso VI en el 1081, y donde reposarán sus restos tres años después de su muerte en Valencia en 1099.

El Monasterio de San Pedro de Cardeña está indefectiblemente vinculado a la figura del Cid, como cuna de la leyenda narrada en el célebre cantar de gesta. Con el abadiato de San Sisebuto (1050-1086), transcurre el célebre episodio en que el Cid dejó a cobijo del Monasterio, a su esposa Doña Jimena y a sus hijas durante su destierro ordenado por Alfonso VI en el 1081, y donde reposarán sus restos tres años después de su muerte en Valencia en 1099. En el siglo XII y durante un breve espacio de tiempo, pasó a pertenecer, como priorato, a la Abadía de Cluny.

Desde el siglo XIII formó parte de la Congregación Benedictina Claustral de la provincia de Toledo, hasta su incorporación a la Congregación observante de San Benito de Valladolid en 1502, a la que se mantuvo hasta 1835, fecha de las leyes de desamortización y exclaustración dictadas por Álvarez Mendizábal en España.

Desde 1836 y hasta 1942 el Monasterio de Cardeña se vio privado de sus monjes y de la vida monástica. Durante ese largo periodo de 106 años, el cenobio castellano sirvió para casi todo, menos para lo que había sido su fin originario.

Tras varios intentos de recuperación, su abandono finaliza en 1933, acogiendo la fundación de una comunidad cisterciense del monasterio palentino de San Isidro de Dueñas. Sin embargo, el establecimiento definitivo de dicha comunidad no se produjo hasta el 29 de abril de 1942, debido a los años de la Guerra Civil.

Monasterio de San Pedro de Cardeña

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