Implicaciones en la educación afectivo-sexual
Prof. Dr. Aquilino Polaino Lorente Catedrático de Psicopatología. Facultad de Medicina. Universidad CEU-San Pablo
La educación afectivo-sexual preventiva
Enumero a continuación algunas de las pautas de lo que el niño necesita para el correcto desarrollo afectivo-sexual. Aunque son de aplicación en el aula por parte del profesor, éste nunca debería adoptar un papel vicario o sustitutivo de la función que han de desempeñar los padres.
1.- La aprobación por parte del varón. Hay que afirmar al niño en lo que vale, pues él carece de la fortaleza necesaria para hacer pie en su propia vida: se trata de aprobarle, y no de humillarle. El niño tiene derecho a ser reconocido en aquello en lo que realmente vale, y su auténtica valía ha de ser reconocida por las personas a las que más admira y cuyo reconocimiento más valora.
2.- Complicidad viril entre profesor y alumno, sin “secreteos”. Conviene hacer ver al niño que “lo suyo es mío” y “lo mío es suyo”, con el fin de potenciar una afectividad masculina equilibrada y naturalizar la amistad viril y la aceptación por parte de otras personas del mismo sexo. Si la afectividad es equilibrada y armónica con la propia identidad, no habrá nada que temer. Si, por el contrario, esa afectividad se erotiza, el resultado es un híbrido que nunca llega a satisfacer plenamente a la persona y suele originar sentimientos de soledad, insinceridad, y falseamiento y desdoblamiento de la propia identidad.
3.- Infundir al niño seguridad en sí mismo mediante pautas como:
• La exigencia: él no suele ponerse límites ni objetivos a sí mismo, y tampoco se exige.
• Las alabanzas, tanto en privado como en público, y las muestras de confianza y afecto.
• Delegar en ellos la autoridad y confiarles encargos y responsabilidades, reforzándolas con expresiones del tipo “no me puedes fallar en esto”, “sé que puedo confiar en ti”, etc.
• Afirmarlos en su masculinidad: “estás hecho un tiarrón”, “eres un tío de los que nunca te falla”, etc.
• Facilitar que sea aceptado e incluido en grupos de referencia de adultos del mismo sexo, para naturalizar la afectividad masculina, tratándolo como a un igual e incluso pidiéndole opinión sobre los temas que se traten.
• Enseñarle a autocontrolarse y a autorregularse; a hacer uso de su propia libertad; a manejar las circunstancias en lugar de depender de ellas.