El mundo de las ideologías
Ilustración y masonería
José Ramón Ayllón
La madre de las ideologías fue la Ilustración francesa. Llamamos Ilustración a la gran corriente cultural del siglo XVIII en Europa y América. Su nombre expresa el deseo de ilustrar al pueblo llano. Si la ignorancia es aliada de la miseria y la opresión, conviene tomar muy en serio la educación de los niños y del pueblo en general. Sapere aude!, propone Kant. ¡Atrévete a saber! Este hermoso ideal se corrompió en Francia cuando un puñado de radicales incendió la política y quiso imponerlo por medio de una violencia incontrolada, hasta el punto de hacer de la guillotina el símbolo de su Revolución.
Antes de la Revolución Francesa, el afán educativo de la Ilustración produjo en Francia la Enciclopedia o Diccionario razonado de las artes, las ciencias y los oficios. Esta obra magna fue publicada en 28 tomos, entre 1751 y 1772, bajo la dirección de Diderot y d’Alembert. Pronto fue reproducida e imitada en toda Europa y América, con su marcada ambivalencia: excelente obra de referencia y máquina de guerra contra la religión; cruzada del conocimiento y gigantesco panfleto.
Los ilustrados franceses estimaron que su tarea reformadora requería eliminar un obstáculo previo: el cristianismo. No su ética de amor y fraternidad, sino su pretensión de verdad, su teología y la misma Iglesia. Después la luz de la Razón disiparía las grandes masas de sombra y superstición que cubrían la Tierra; la sociedad se ordenaría con un nuevo derecho, ante el que todos serían iguales, sin injustos privilegios históricos.
Los voluntarios que regresaban de la guerra de independencia de las 13 colonias americanas de Nueva Inglaterra, hablaban de un extraño país democrático donde no había rey, ni corte, ni aristocracia, tan solo ciudadanos y ciudadanas libres e iguales. Era la prueba de que resultaba posible lo que predicaban Rousseau, Diderot y Voltaire. Saltaba a la vista, sin embargo, una diferencia no pequeña: los americanos eran sinceramente cristianos. Así, unos y otros enarbolan la bandera de la libertad, la igualdad, los derechos humanos y la democracia, pero los franceses desatan además el terror de la guillotina y una sangrienta represión contra los católicos de La Vendée, mientras Napoleón siembra los campos de batalla de Europa con millones de cadáveres.
El optimismo vital es, sin duda, uno de los aspectos más atractivos de la Ilustración, y será alimentado, sobre todo, por Rousseau. Si sus antepasados calvinistas habían afirmado el dogma del pecado original, el defenderá la postura opuesta: la bondad original. Su fe en la naturaleza humana y en la perfectibilidad de la sociedad impresionó a sus contemporáneos y levantó una ola de simpatía en toda Europa. Por desgracia, las atrocidades del Terror revolucionario, entre 1793 y 1794, pusieron de manifiesto lo extravagante de su optimismo y borraron la fe en la bondad esencial del ser humano. Ni siquiera el gran apóstol de la idea de progreso, Condorcet, pudo evitar la guillotina.
En perfecta simbiosis con la Ilustración, la masonería. Nació como gremio medieval de albañiles en el siglo XII, pero en el XVIII se refundó como sociedad secreta para manejar en la sombra los hilos del poder. Sus numerosos adeptos en sectores intelectuales y aristocráticos crearán una poderosa red de influencias en toda Europa y América, medio fundamental para provocar las revoluciones liberales y los procesos de independencia de los virreinatos hispanos. Entre las fuentes para su estudio son indispensables las Constituciones de Anderson, aprobadas y publicadas en 1723. Sus páginas describen a una sociedad de élite, cerrada a las mujeres, cuyos vínculos están por encima de la familia, la religión y la patria.
La masonería era y es una sociedad compleja, mal conocida a causa de su secretismo, con enorme influencia en los cambios sociales y políticos de la modernidad. Asociación paradójica, de gentes que rechazan las iglesias católicas y se reúnen en capillas oscuras; de varones cultos que recurren a ritos y símbolos esotéricos, a veces satánicos; de liberales que fundan una secta, se integran en logias clandestinas y conspiran para cambiar la sociedad.
La relación entre la masonería y la Revolución Francesa fue más que estrecha, pues (dejando a ilustrados como Voltaire, Diderot, Dalambert, Helvetius…) fueron masones los principales revolucionarios: Mirabeau, Desmoulins, Marat, Danton, Robespierre, Sièyes, La Fayette, Rouget de Lisle, Felipe Libertad de Orleans, el doctor Guillotin, José Bonaparte… La historia muestra desde entonces la participación de los masones en numerosos procesos revolucionarios extraordinariamente cruentos e históricamente decisivos. La Revolución hizo patente la capacidad subversiva de la masonería tanto en Europa como en América. Masones fueron los líderes de la emancipación americana que acabaron con el imperio español: San Martín, Bolívar, O’Higgins, Brown…
Es muy curioso el caso del masón Simón Bolívar que, una vez en el poder, promulgó un decreto que proscribía “todas las sociedades o confraternidades secretas”: “Tanto en Colombia como en otras naciones, las sociedades secretas sirven especialmente para preparar los trastornos políticos, turbando la tranquilidad pública y el orden establecido; ocultando todas sus operaciones con el velo del misterio, hacen presumir fundamentalmente que no son buenas ni útiles a la sociedad.”
El peso de la masonería en los procesos del siglo XIX fue extraordinario. También lo ha sido, durante el XX, en los gobiernos de las principales democracias occidentales y en los regímenes presidencialistas de América. Esa enorme influencia se consigue, en gran medida, por medio de sociedades pantalla cuya estrecha vinculación con la masonería es cuidadosamente disimulada. Se trata de poderosas instituciones políticas, económicas y culturales, con amplia proyección internacional. Entre las que describe el historiador Ricardo de la Cierva: La Sociedad Fabiana y la London School of Economics, el Club Bilderberg, la Tabla Redonda, la Trilateral, el Royal Institute of International affairs, y el Council of Foreing Relations (CFR). En España, la Institución Libre de Enseñanza y su Residencia de Estudiantes, el Grupo PRISA y su diario El País.
El juicio de los Papas sobre la masonería es unánime. Estas explícitas palabras de León XIII lo resumen bien: “Resulta claro el último y principal de sus intentos, a saber: destruir hasta los fundamentos todo el orden religioso y civil establecido por el cristianismo, y levantar a su manera otro nuevo, con fundamentos y leyes sacadas de las entrañas del naturalismo.”