El texto básico para desarrollar este aspecto es la Encíclica Sollicitudo rei socialis (30.12.1987), de Juan Pablo II, (SRS) capítulo IV, nn. 27-34. También pueden encontrarse reflexiones sustanciales en: Centessimus Annus, 29, 37-40; y en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz: “Paz con Dios y con toda la creación” (8.12.1989), en lo relativo a la cuestión ecológica.
“El sentido esencial de esta “realeza” y de este “dominio” (del ser humano sobre la tierra), asignado a él por el mismo Creador, consiste en la prioridad de la ética sobre la técnica, en el primado de la persona sobre las cosas, en la superioridad del espíritu sobre la materia... Se trata del desarrollo de las personas y no solamente de la multiplicación de las cosas de las que los hombres pueden servirse. Se trata... no tanto de “tener más” cuanto de “ser más”.
Redemptor hominis, 16.
1. “Desarrollo” o “progreso”
“La historia no es simplemente un progreso necesario hacia lo mejor, sino más bien un acontecimiento de libertad, más aún, un combate entre libertades”. (F. Consortio, 1981, n. 6). El desarrollo no es un proceso rectilíneo, ilimitado y automático en el camino de la humanidad hacia un especie de perfección indefinida, como se sostiene en el pensamiento ilustrado. Así lo descubre la conciencia contemporánea ante los trágicos sucesos del siglo XX, jalonado por conflictos mundiales y actos de la mayor indignidad concebible (“la trágica experiencia de las dos guerras mundiales, la destrucción planeada y en parte realizada de poblaciones enteras, el peligro atómico”...)
Por este motivo la doctrina social cristina ha adoptado preferentemente, a partir de la Encíclica Sollicitudo rei socialis, el término “desarrollo” en vez del término “progreso”, aunque procurando dar a la palabra “desarrollo” el sentido más pleno, el de la auténtica elevación humana.
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