El Buen Pastor
Director y productor: Robert De Niro.
Guión: Eric Roth.
Intérpretes: Matt Damon, Robert De Niro, Angelina Jolie, William Hurt, John Turturro.
USA, 2006. 167 min.
Acercamiento a la historia de los servicios secretos estadounidenses, primero durante la II Guerra Mundial con las siglas OSS, y luego bajo el apelativo de «la Agencia», o sea, la CIA.
La narración pivota sobre Edward Wilson, agente gris y taciturno, pero muy bueno y pragmático en su trabajo; y transcurre básicamente en dos tiempos: años sesenta, con la fracasada invasión de Cuba en la bahía de Cochinos; y los prolegómenos de la guerra mundial, cuando Wilson, miembro de una fraternidad y universitario idealista, recibe la propuesta de sumarse al incipiente servicio de inteligencia. Dos historias -de las que da cuenta la doble vida del protagonista- discurren en paralelo: la historia personal y familiar, por un lado; el nacimiento y desarrollo de la Agencia por el otro.
Matt Damon interpreta a Wilson, un auténtico patriota consciente de la importancia del secretismo, la discreción y la eficacia, tan propios de la actividad de espionaje. Aprendió dramáticamente el valor de la circunspección y del honor en su infancia. El personaje se basa en el legendario y astuto jefe de inteligencia James Jesús Angleton, uno de los fundadores y primeros directores de la CIA.
En 1939, mientras Wilson estudia en la universidad de Yale, se le invita a unirse a una sociedad secreta llamada "Skull and Bones" (Calavera y huesos), una fraternidad cerrada de la que saldrán muchos líderes del país norteamericano. Su inteligencia, impecable reputación e inquebrantable fe en los valores americanos le convierten en el perfecto candidato para ser un agente secreto según los criterios de aquellos que calibran a los nuevos miembros.
Hay en todo momento una exaltación de la gran nación que será germen de un Nuevo Orden Secular bajo la atenta mirada del Ojo divino, presente en edificios masónicos en todo el mundo, y también en el billete de dólar estadounidense y en el reverso del Gran Sello de EE.UU. Así mismo, en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Francia revolucionaria -de la cual la masonería fue impulsora y protagonista destacada- se puede ver el Ojo de la providencia en la parte superior, como símbolo paternal que vela por la nueva nación que proclama igualdad, libertad y fraternidad (lema tomado de la masonería).
Volvamos a la película de Robert de Niro. En los sucesivos banquetes de la Fraternidad de Los piratas, se brinda siempre en primer lugar por los Hermanos y después por Dios (y de esto se queja la mujer de Wilson), poniendo significativamente el énfasis en la Fraternidad. En realidad y en la práctica, el “Dios” verdadero no es otro que la Logia y el éxito de sus intereses.
Wilson es conocido por el espionaje soviético como "Madre"; conviene recordar a este respecto que a los miembros de las Logias se los conoce también como los "Hijos de la Viuda" (en referencia a la Naturaleza, a la que ellos vienen a devolver la luz de la gnosis, del conocimiento y la libertad perdida: el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal).
El final es rico en alusiones acerca de unos cuantos simbolismos. Dice el nuevo Director de la CIA al protagonista, ambos parados sobre el emblema de la agencia, el águila y la Rosa de los Vientos con sus 4 puntos cardinales, sus 4 rumbos laterales y sus 8 rumbos colaterales: "Necesito a alguien en quien pueda confiar. Después de todo, seguimos siendo Hermanos. Este edificio no se construirá sin ti. Eres el alma y vida de la CIA. Quién sabe, quizás tengas algún secreto mío en tu caja fuerte. Recuerdo que una vez un senador me preguntó cuando hablamos de la CIA en inglés, por qué nunca poníamos la palabra "la" delante. Y le pregunté: ¿Pone usted la palabra "él" delante de Dios?”…
El Buen Pastor es una expresión tomada obviamente de los Evangelios, pero se halla asociada a distintos ritos masónicos y otras sociedades. El pastor -el “buen pastor”, aquí la CIA- es el que vela. Como el Ojo divino. Vela en el sentido de vigilancia del mal que puede amenazar y del que es preciso defender a los intereses norteamericanos… y a los de la Hermandad, como sucede en la película. Si es preciso -lo es muy a menudo-, el fin justifica los medios.
Los miembros de la agencia son reclutados de manera muy selectiva, principalmente entre blancos anglosajones. El personaje del general interpretado por Robert De Niro, al reclutar personal para el servicio de inteligencia, le aclara al entrevistado: "Nada de judíos ni negros y pocos católicos".
Con una estructura de idas y venidas temporales, compleja pero bien trabada, que se diría inspirada en «El Padrino II», se transmite una idea cabal de las duplicidades que marcan la vida de los espías, cuyas consecuencias pagan, a un precio demasiado alto, sus familias y ellos mismos. Mérito del guión de Roth y de la dirección de De Niro es que, a través del protagonista, se da una visión del conjunto: las ramas no sólo no impiden ver el bosque, sino que ayudan a ello.
Hay resonancias de gran tragedia en el destino fatal que aguarda a Wilson, con una vida marcada por el suicidio paterno, y cuyos sentimientos, siempre guardados para sí, le han conducido a sacrificar lo que le dictaba el amor, y a hacer daño a sus seres queridos. En ese sentido el modelo «padrinesco» de soledad en la inmoralidad ha sido perfectamente asimilado -Matt Damon parece tener de referente al Michael Corleone de Al Pacino-, pero sin caer en mimetismos obvios. Incluso la escena de montaje paralelo en que la identidad de un «topo» queda al descubierto -homenaje evidente a la saga de Coppola-, se trata con originalidad, mediante planos no sólo separados en el espacio, sino también en el tiempo.
Se nota que De Niro es un gran actor. Muestra una virtud que bien podría haberse aplicado en los filmes de su última etapa actoral: controla a sus intérpretes para que entreguen unas actuaciones magistrales, contenidas, sin histrionismos. Los personajes que interpretan todos, de algún modo, parecen seguir dictados superiores a los que obedecen ciegamente, con una obediencia gris. Se dirían peones dentro de un tablero en el que se juega “algo más” y más grande que ellos, como un minúsculo pero imponente navío cuyo velamen se halla sin embargo encarcelado en el interior de una botella.