Disparando a perros
Por Juan Orellana
Michael Caton-Jones (2007)
“Disparando a perros” te mueve,
te cambia, te obliga a hacer un juicio,
te transforma la mirada.
Este film sobre el genocidio de Ruanda no es tanto como una obra maestra, ni tiene detrás a ninguna de las majors de Hollywood, no es una superproducción ni tiene efectos especiales más allá de los convencionales. Pero guarda en su seno tanta autenticidad, tanta verdad, que merece pertenecer al selecto ámbito de las películas inolvidables.
Una aproximación veraz a unos hechos que conocieron el guionista y los productores del film. Producida por la BBC y dirigida por Michael Caton-Jones, recrea los sucesos acaecidos en una Escuela Técnica Oficial cercana a Kigali. Dentro de sus amplios recintos estaba también la sede de la misión del sacerdote bosnio Vjeko Curic, que en el film aparece como el Padre Christopher (John Hurt). Allí también se estableció un cuartel de los Cascos Azules de Naciones Unidas, que protegían a la comunidad religiosa y a los alumnos internos de la Escuela. La tragedia empieza cuando unos centenares de tutsis, atenazados por el pánico al extremismo hutu, solicitan refugiarse en los terrenos de la Escuela.
Sin tenerlo previsto, y sin recursos suficientes, aquel recinto se convierte en una "reserva" de tutsis, rodeada de cientos de hutus armados con sus machetes. Armados y sedientos de sangre mientras esperan el día en que los Cascos Azules se retiren. Porque los hutus saben que ese día llegará. La película nos cuenta los cinco días de abril que van desde el asesinato del presidente de Ruanda hasta la retirada de los Cascos Azules de esa Escuela.
Junto al P. Christopher, Joe (Hugh Dancy) es un joven voluntario de una ONG, que en el film representa en cierto modo el punto de vista del espectador occidental. Junto a sus buenas intenciones vemos una vida a la que le falta “algo más”.
Por otra parte, el capitán belga Charles Delon, de los Cascos Azules (Dominique Horwitz), encarna la posición de Naciones Unidas ante el conflicto, una posición absentista que deja mucho que desear. Hay un cuarto personaje interesante, la joven alumna tutsi Marie (Clare-Hope Ashitey), que representa la esperanza de los ruandeses puesta en los europeos, esperanza que casi todos frustrarán.