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Ver con el corazón

Intervenciones en el coloquio posterior a la conferencia del 25 de julio 2021

Fernando Carbajo López

1. ARTE Y COMUNICACIÓN.

Quizás se ha hablado sobre todo del arte como expresión del artista y el significado de esa expresión; cabe hablar también del arte como comunicación: para que se dé tal comunicación es necesario que artista y espectador (en el caso de las artes visuales) «hablen» el mismo lenguaje. No basta con que el artista se exprese para que se dé comunicación. Me parece que en el arte moderno el artista habla muchas veces un lenguaje tan particular (tan subjetivo) que al espectador le resulta muy difícil entender sus obras sin conocer la vida del artista, sus circunstancias personales, motivaciones...

Por otra parte, hay que contar con el gusto de cada uno, que implica una cierta connaturalidad o sintonía entre artista y espectador en lo que se refiere a la temática de las obras, enfoques...

2. VER CON EL CORAZÓN.

A lo largo del Foruniver se ha hablado de la emoción de la experiencia estética, de la conmoción que provoca la contemplación de la belleza en el corazón. Puede ser conveniente precisar que, al hablar de corazón, no debemos pensar únicamente en la parte afectiva de la persona. El corazón (en sentido bíblico, recordó después Andrés) es el núcleo íntimo de la persona y la raíz de todas sus facultades, tanto físicas como sensibles y racionales. La belleza apela a esa unidad radical de la persona y afecta por tanto a la totalidad de su ser. En la experiencia estética queda implicada tanto nuestra parte biológica y psicológica (vista, oído, emociones, etc.) como espiritual (entendimiento y voluntad). Así se plasma gráficamente en la historia del monje de Leyre, que entró en éxtasis al escuchar el canto de un pájaro, quedando fuera de sí cientos de años, que a él le parecieron segundos.

Esta pérdida del sentido del tiempo (experiencia de la eternidad) que se da en la contemplación de lo bello no es exclusiva de la experiencia estética. Precisamente porque la belleza apela a la unidad radical de la persona, el asombro o admiración que despierta se encuentra en el origen del arte y también de la filosofía, es decir, en el origen de la búsqueda de la verdad, en el origen de toda ciencia, como afirmaron los antiguos y también Einstein. Como señalé durante la mesa redonda, no fue casualidad que sus tres miembros usaran la palabra «asombro» para hablar de arquitectura, música y literatura.

José Manuel Almuzara aportó una cita de Gaudí en la que afirmaba que la obra de arte debe ser seductora. Más aún, si la belleza produce admiración y asombro, podríamos decir que es la capacidad de seducción de lo real. Y, por eso mismo, es el origen del amor.

Todo esto nos lleva a considerar la relevancia de la belleza en la vida humana, relevancia que queda reflejada en esta cita de «Los hermanos Karamazov»: «Lo espantoso es que la belleza es misteriosa como también terrible. Dios y el diablo están luchando ahí y el campo de batalla es el corazón del hombre». En el mismo campo de batalla donde luchan el bien y el mal, la verdad y la mentira, combaten también la belleza auténtica y las falsas hermosuras.


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