Sólo un rey regala el oro
La recompensa de los héroes
El semanal. (22 octubre 1995)

Fue una gesta única, teñida de sacrificios por todo un equipo y de renuncias por una sola persona. En el recuerdo de los aficionados permanecerán imborrables las imágenes de un Abraham Olano apurando los últimos metros con la rueda trasera pinchada y de un Miguel Induráin resignándose a la medalla de plata ante la posibilidad de que un ataque suyo pusiera en peligro la victoria de un compañero.
Nunca sabremos a ciencia cierta si el navarro permitió o no ganar al guipuzcoano, quien a sus veinticinco años se ha confirmado en el altiplano colombiano como el sucesor natural del pentacampeón del Tour. Una discusión que se antoja baladí frente a la alegría de Induráin cruzando la meta; un gesto inédito hasta la fecha.
"Sólo un rey regala el oro", tituló al día siguiente un periódico austriaco. El año que viene, Abraham Olano lucirá sus 365 días el maillot Arco Iris de los campeones del mundo. Miguel Induráin, el mejor deportista español de todos los tiempos y, quizá, el mayor ciclista de la historia, sabe que el beneficio de su generosidad durará muchísimo más. A fin de cuentas, la recompensa de los héroes siempre ha sido la eternidad.