¡Señor, aquí está Juan!
Sólo el Señor sabe qué es lo que nos conviene
Antonio Rojas. ¡Qué sí, que puedes!
Juan es leyenda. Español, sencillo, humilde, bueno, con fe. Juan es leyenda porque, lo que no le ocurre a ningún hombre, todo le salía mal.
- Señor, -oraba ante el Sagrario - mi mujer se muere: ¡sálvala! Murió su mujer.
- Señor, mi hijo enferma, si también se muere, me quedo solo. Señor... Tuvo que celebrar los funerales por su hijo.
- Y ahora, Señor, me pleitean las cuatro pesetas que tengo...
Perdió el pleito y se quedó en la calle y sin familia.
- Está visto, Señor, que no sé pedir lo que me conviene; desde hoy solo diré: ¡Señor, aquí está Juan!
Y esa fue su oración mientras duró su crucificada vida.
Todos los días pasaba un rato por la iglesia y, postrado ante el Sagrario, susurraba su oración: ¡Señor, aquí está Juan!
Y cuenta la leyenda que murió tranquilamente y que al llegar a las puertas del cielo se presentó diciendo: ¡Señor, aquí está Juan! Y al momento las puertas se abrieron de par en par.