Sarasate y el viejo violín
No importa lo viejo y destartalado que esté el cuerpo si el Espíritu le da vida
Cuentan de Sarasate que en cierta ocasión dio un concierto en el teatro Real de Madrid, que fue como de costumbre un gran éxito. El público le aplaudió a rabiar durante un largo rato.
A la salida, muchos entusiastas del gran músico le esperaban para felicitarle. Había allí también un pobre viejo pidiendo limosna y rasgando su no menos viejo violín. Se acercó a Sarasate pidiéndole limosna. Este se rascó los bolsillos, pero no encontró nada que pudiera dar al pobre mendigo.
Entonces le pidió prestado al mendigo su viejo violín y repitió para los presentes una de las piezas del concierto. Seguidamente se quitó el sombrero y lo pasó entre los presentes. Pronto se llenó el sombrero de billetes que Sarasate puso en manos del mendigo.
Este se echó a llorar de emoción. Sarasate le preguntó el por qué de aquel llanto si había conseguido mucho más de lo que hubiera podido imaginar. Y el mendigo respondió: Nunca nadie había logrado arrancar de mi viejo violín unas melodías tan hermosas.