Abilio de Gregorio
Comentarios (0)

Proyecto educativo familiar

Atreverse a ejercer de padres. Cap. 3.6.

Si la procreación ha de ser el producto de un diálogo amoroso de intimidades entre los cónyuges, la educación de los hijos ha de seguir discurriendo sobre los rieles del diálogo sincero de los padres que ya no sólo se miran el uno al otro, sino que, juntos, ahora miran a los hijos. Será, pues, preciso sentarse periódicamente a hablar, a reflexionar, a planificar, a evaluar, etc.  para conseguir que las pautas educativas en la familia se presenten ante el hijo como un haz de influencias unificadas operando siempre en la misma dirección, aunque con estilos diferentes. Cuando el hijo percibe dos emisiones mutuamente interferidas del mensaje educativo (la de papá y la de mamá), además de desconcertarse y sentirse inseguro, es probable que termine por desconectar de las fuentes de emisión y no hacer caso a ninguna, o que explote en su disfrute la emisión más ventajosa, o que vaya generando conductas esquizoides por falta de referentes claros de conductas.

Los hijos, afortunadamente, no son mecanismos automáticos programables. Educarlos para que sean libres es estar dispuestos a que sus conductas no respondan a las expectativas establecidas sobre ellos. Ésta es su parte de responsabilidad. No tendremos jamás certeza de cuáles son los resultados de cuanto hacemos para lograr una buena educación. Sólo tenemos la certeza de cuál es el efecto de lo que no hacemos.

Por otra parte, no será suficiente con tener claras las ideas acerca de los objetivos último y teóricos de un proyecto educativo familiar. Las previsiones de mejora deben ser concretadas en conductas observables. Los hijos deben percibir claramente cuáles son las expectativas que sus padres tienen sobre ellos, formuladas en términos de metas a alcanzar. No será suficiente, por ejemplo, plantearse como objetivo educativo la “generosidad”, si no somos capaces de concretarles a los hijos tal objetivo en algunas conductas: dedicar un tiempo del día al servicio de los hermanos menores, aportar algo para el regalo de unos de los miembros de la familia, prestar sus cosas para el disfrute de otros, etc. Será inútil insistir en que deben estudiar más si, paralelamente, no se traza un horario de estudio en casa. No conduce  a nada afirmar que deben ser ordenados, si no se les acota un espacio donde deben mantener el orden.

Dicho todo lo que antecede acerca del proyecto educativo familiar, hemos de añadir algo que creemos de capital importancia: un proyecto educativo familiar mediante el cual tengamos claros los objetivos que pretendemos que alcance la educación de nuestros hijos, con sus correspondientes metas a corto y medio plazo, podría llegar a convertirse en una suerte de reglamento sofocante de todo crecimiento, si no se produce en un clima de plena satisfacción afectiva de los hijos. Es más: el rechazo más o menos inconsciente por parte de algunos hijos de muchos de los valores propuestos por sus padres, no representa sino una rebeldía o reacción ante unas propuestas realizadas en un clima de déficit afectivo.

Y no podemos olvidar algo que es sustancial en materia de educación: que los hijos hacen su personalidad según modelos de identificación. Los valores vividos por los padres serán asumidos con naturalidad por los hijos como si formaran parte de la más absoluta normalidad cotidiana. Por lo tanto, los padres intentarán estar en constante actitud de mejora personal y conjunta.

Debemos destacar, por último, que los hijos, afortunadamente, no son mecanismos automáticos programables y que educarlos para que sean libres es estar dispuestos a que sus conductas no respondan a las expectativas establecidas sobre ellos. Ésta es su parte de responsabilidad. No tendremos jamás certeza de cuáles son los resultados de cuanto hacemos para lograr una buena educación. Sólo tenemos la certeza de cuál es el efecto de lo que no hacemos. Por lo tanto no podremos dejar de hacer lo que debemos hacer. En materia de educación, la responsabilidad de los padres es incluso independiente de los resultados. No obstante, la simple observación diaria nos hace pensar que, puestos los medios adecuados, las probabilidades de éxito son muy altas.


En el Equipo Pedagógico Ágora trabajamos de manera altruista, pero necesitamos de tu ayuda para llevar adelante este proyecto


¿Por qué hacernos un donativo?


Esta web utiliza cookies. Para más información vea nuestra Política de Privacidad y Cookies. Si continúa navegando consideramos que acepta su uso.
Política de cookies