Cine y valores
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No mires arriba





Año 2021
Duración: 145 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Adam McKay
Guion: Adam McKay.
Música: Nicholas Britell
Fotografía: Linus Sandgren


Reparto
Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep, Cate Blanchett, Jonah Hill, Rob Morgan, Mark Rylance, Tyler Perry, Timothée Chalamet, Ron Perlman, Ariana Grande.
Productora: Hyperobject Industries, Bluegrass Films. Distribuidora: Netflix
Género: Comedia. Sátira.

Sinopsis

Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence), estudiante de posgrado de Astronomía, y su profesor, el doctor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio) hacen un descubrimiento tan asombroso como terrorífico: un enorme cometa lleva un rumbo de colisión directa con la Tierra. El otro problema es... que a nadie le importa. Kate y Randall emprenden una gira mediática para advertir a la humanidad, que los lleva desde la indiferente presidenta Orlean (Meryl Streep) y su hijo y jefe de gabinete, Jason (Jonah Hill), a la emisión de 'The Daily Rip', un animado programa matinal presentado por Brie (Cate Blanchett) y Jack (Tyler Perry). Solo quedan seis meses para el impacto del cometa, pero gestionar el flujo de noticias y ganarse la atención de un público obsesionado con las redes sociales antes de que sea demasiado tarde resulta sorprendentemente cómico. ¿Pero qué es lo que hay que hacer para que el mundo “mire hacia arriba”…?

COMENTARIO

Después de las notables La gran apuesta y El vicio del poder, Adam McKay estrena una hilarante comedia negra que es, al mismo tiempo, una cruel sátira política y una lúcida denuncia social. Porque McKay, con un guion afiladísimo, aprovecha un argumento propio del cine de ciencia ficción para emprenderla a golpes contra un montón de trastornos que aquejan a nuestra “avanzada” sociedad: desde la superficialidad casi insultante de muchos planteamientos vitales hasta la adicción a las redes sociales, el descrédito absoluto de la clase política, el deterioro de los medios de comunicación, la connivencia con las fake news y, sobre todo, la capacidad de reducir hasta lo más importante –la supervivencia– a un bien de consumo.

Son solo algunas de las cuestiones que aborda una película que habla, además, de la facilidad para manejar la opinión pública con un par de eslóganes, de la dictadura de la tecnología, de la importancia de los lazos familiares e incluso del papel de la religión. Muchos temas porque pocas veces se puede disfrutar de un guion con un contenido tan denso, tan abigarrado y tan sumamente ingenioso. Un guion que habla continuamente –ya pasaba en las dos películas anteriores de McKay– a la inteligencia del espectador y que le hace preguntarse qué tipo de sociedad estamos construyendo. Una sociedad lanzada al emotivismo y al individualismo, y que se muestra incapaz de resolver los conflictos con racionalidad, valentía y espíritu constructivo. Como telón de fondo, planea la cuestión del cambio climático pero, como McKay tuvo que retrasar el rodaje por culpa del covid19, claramente la película se enriquece también de esa mirada y reflexión sobre cómo hemos afrontado y seguimos afrontando la pandemia.

Para rematar la jugada de una película notable, gamberra y decididamente adulta por su enfoque y tono, hay que destacar un montaje milimétrico que aporta ritmo y energía a la historia y un reparto de cinco estrellas. Todos –y repasen ustedes la ficha para valorar quiénes hay en ese todo– están soberbios pero lo de Meryl Streep, en su interpretación de la populista presidenta de los EE.UU., es estratosférico. Que es un adjetivo muy ad hoc para esta inteligentísima farsa apocalíptica.

Ana Sánchez de la Nieta (Aceprensa)

* * *

En el propio cartel anunciador de esta película se señala con ironía: “Basada en hechos posibles”. Es importante asomarse con ojos críticos y conscientes de que nos hallamos ante una sátira, que por lo tanto emplea un tono sarcástico para lanzar un mensaje crítico mediante el humor, a menudo, incluso, con un humor grueso. El objetivo de la sátira es realizar una burla o hacer una crítica sobre un acontecimiento social, una persona, una actitud cultural, etc.

En la literatura, desde Grecia con Aristófanes y Roma con Horacio, Marcial y Juvenal, pasando por el gran Molière, abundan una gran cantidad de escritos y obras teatrales que emplean la ironía, el sarcasmo o la ridiculización para transmitir un mensaje crítico mediante el recurso al humor y la exageración.

Así pues, y aunque el envoltorio general de “No mires arriba” es el de la crítica a veces socarrona y mordaz, cínica incluso, puede también apreciarse una reflexión bastante coherente que permite plantear la vida, la verdad, lo trascendente -ese “mirar arriba”-, las relaciones humanas, la política… “dando la vuelta” a la actitud dominante en la historia que se nos narra, optando por lo contrario frente al absurdo. En el fondo, el tema que se plantea es el de la esperanza.

La política, la tecnología, la fama, las audiencias, los negocios, el prestigio, el mero “pasarlo bien”… dan de sí lo que dan de sí, que a “a la hora de la verdad” -cuando está en juego el sentido de la vida, de las cosas, de las relaciones humanas…- es más bien poco, o nada. No pueden “salvarnos”. En realidad, no podemos salvarnos a nosotros mismos. Y sin embargo, como dice uno de los personajes:

“-Un hombre siempre tiene la capacidad de elegir, Randall. Se trata de elegir bien.”

Y es entonces, fracasados los vanos artificios y propósitos humanos, cuando sale a la luz la cuestión de la trascendencia: de la muerte, del más allá, de lo que de verdad vale la pena, de lo que importa cuando todo parece estar en vías de destrucción. De Dios.

Parece que se escucha el eco de las palabras de la 2ª Carta de San Pedro:

“Puesto que todas estas cosas han de disolverse así, ¿cómo conviene que seáis en vuestra conducta y en la piedad, esperando y acelerando la venida del día de Dios, en el que los cielos, en llamas, se disolverán, y los elementos, abrasados, se fundirán? Pero esperamos, según el Señor nos tiene prometido, unos nuevos cielos y una nueva tierra, en los que habite la justicia.” (2 Pe 3,11)

Es el momento en que nos damos cuenta de que no es lo mismo el fin, tomado como término y acabamiento, que la finalidad, entendida como meta y culminación.

Aparecen entonces una panoplia de actitudes, a cual más diversa, ante lo inevitable. Orgías, la bebida, el amor, la violencia, la angustia que se contagia a todo ser vivo en el planeta…
Es muy sugerente esa “última cena” familiar y amistosa ante la catástrofe inevitable, donde se reanudan las cosas importantes: el amor, el perdón, la familia,  la reconciliación, la amistad, la valoración de lo cotidiano. Afirma el profesor Randall Mindy poco antes de que se produzca el desenlace:

“-El caso es que, en realidad…, en realidad, lo teníamos todo, ¿no? Bueno…, si lo piensas bien.”

E incluso surge de manera natural la oración. Sorprende que uno de los personajes en apariencia más inestables e incluso intrascendentes resulte ser el más profundo de todos. No tiene desperdicio la improvisada oración con la que comienza la cena. El doctor Randall Mindy sugiere:

“-Bueno, en esta casa no es que seamos demasiado religiosos, pero tal vez deberíamos decir una oración y dar gracias. ¿Lo hacemos?.

-A mí no me mires, no sé cómo se hace… -contesta June, su esposa- ¿cómo es?, ¿decimos “amén”?

-Yo lo hago. Yo sé -contesta Yule, amigo de Kate Dibiasky, la primera en descubrir la fatídica aproximación del cometa-. (Se dan las manos en silencio y cierran todos los ojos.)

-Querido Padre y todopoderoso Creador. Danos tu gracia esta noche, a pesar de nuestro orgullo. Tu perdón a pesar de nuestra duda. Sobre todo, Señor, te pedimos que tu amor nos alivie en estos momentos oscuros. Que afrontemos lo que tenga que venir según tu divina Voluntad. Con valor y aceptación sincera. Amén.

-Amén. Vaya, Yule tiene tablas rezando...

-Ha sido precioso.”

* * *

Ante las diversas y enfrentadas interpretaciones que ha suscitado “No mires arriba”, su director, Adam McKay, ha contestado: “Lo hago para despertar interés e inquietudes en los espectadores. No creo que haya cinismo o desesperanza, solo hay cine. Quiero que la gente, cuando vea esta película, sienta la frustración de mis personajes y pueda sentirse exhortada a hacer algo.”


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