Milagro en la celda 7
Turquía, 2019.
DURACIÓN: 132 min.
PLATAFORMAS Netflix
ESTRENO: 2020
GÉNERO: Drama
ACTORES
Aras Bulut Iynemli, Celile Toyon Uysal, Deniz Baysal, İlker Aksum, Mesut Akusta, Nisa Sofiya Aksongur
GUIONISTAS Kubilay Tat, Özge Efendioğlu
DIRECTOR Mehmet Ada Öztekin
COMENTARIO
Con tanto estreno online, películas valiosas se pierden en los fondos de catálogo y no llegan a su amplio público potencial. Como Milagro en la celda 7, conmovedor drama del turco Mehmet Ada Öztekin, que ajusta libremente a su país un filme homónimo de 2013, dirigido por el surcoreano Lee Hwan-kyung. Esta última es la tercera película de Corea del Sur más taquillera de la historia, y ha generado remakes también en India, Filipinas y Malasia.
Tras un brevísimo prólogo en 2004, la narración comienza el 22 de abril de 1983. Ese día, como siempre, Memo, un jovial y bondadoso pastor con discapacidad intelectual, recoge en el colegio a su hija de seis años, Ova, una niña inocente, inteligente y cariñosa, que vive feliz con su padre y su abuela desde la muerte de su madre. Pero esa situación idílica se rompe trágicamente cuando Memo es acusado de asesinar a la hija de un militar, y condenado a la pena capital.
Alguno dirá que la cinta es dura en su tratamiento de la violencia carcelaria. Otros, que es blanda en su retrato del tierno amor entre el protagonista y su hija. Incluso habrá quien invoque a Frank Capra –con su incondicional confianza en lo bello que es vivir– o a sus modernos admiradores, como Jessie Nelson (Yo soy Sam) o Roberto Benigni (La vida es bella), a los que sin duda recuerda. En cualquier caso, la historia nos trapa y conmueve porque tiene un punto de bondad humana, necesaria y posible. Se trata de una historia que habla de esperanza, de que en el ser humano se esconde lo peor y lo mejor. Basta una mirada inocente y limpia para que se ponga de manifiesto el poder del bien y se desencadenen los milagros.
Está maravillosamente encarnada por unos actores espléndidos, entre los que sobresalen Aras Bulut Iynemli –sensacional en la magullada piel de Memo– y la niña Nisa Sofiya Aksongur, antológica en su conmovedora caracterización de Ova. Y ese despliegue de humanidad se refuerza con una sólida factura visual y musical –realista, pero con destellos de fábula–, y sostiene una profunda reflexión sobre la paternidad, la justicia, la culpa y el perdón. Una reflexión desde el islamismo, pero en la que se invoca explícitamente aquel reto de Jesús: “Quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra”.
Jerónimo José Martín (Aceprensa)