Las horas grises
La creación musical y el sufrimiento
Por Javier Ibarz Gabardós
El sufrimiento, físico, psíquico, o moral, como parte esencial de la vida humana, se integra y trasluce de múltiples maneras en la creación musicalSon numerosos los casos documentados de obras nacidas en medio del sufrimiento, como medio de liberación, grito o respuesta a situaciones de depresión, duelo o enfermedad física. Valgan los casos de la 2ª sinfonía de Schumann, el Requiem de Brahms, o el Cuarteto para el Fin de los Tiempos de Messiaen como ejemplo.
Pero aún es más, hay artistas cuya obra entera está marcada por el sufrimiento, sin el cual ésta sería inexplicable. ¿Qué sería de la obra de Beethoven o la de Schubert si sus vidas no hubieran sido tan fuertemente castigadas por el dolor? Sin duda, multitud de creaciones insustituibles a lo largo de la Historia de la Música nacen de la experiencia del dolor. ¡Y cuántos padecimientos no han aliviado precisamente estas obras en tantas y tantas personas que se han dejado acunar por ellas en momentos de angustia, desesperanza, o duelo! No faltan los cantos de gratitud de los propios artistas ante el poder terapéutico de la música, como el hipnótico “Music for a while” de Purcell o el emocionado tributo de Schubert en “An die Musik”, que hace volar los versos de Rückert: “Du holde Kunst, in wie viel grauen Stunden… hast mich in eine bess're Welt entrükt” (Amado arte, en cuántas horas grises… me has conducido a un mundo mejor).
El poder de la música de acompañar y aliviar el dolor humano, tanto del creador artístico como del contemplador de la obra de arte, que ya subyugara a Platón y Aristóteles, continuará haciendo más llevadera la existencia del hombre generación tras generación, hasta que un día, “en que no habrá más llanto, ni luto, ni dolor”, suene en el Cielo nuevo y la Tierra nueva, un cántico nuevo, música no usada que ningún oído oyó, para alabanza del Supremo Artista.
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Rejoice greatly, oh daughter of Zion!
Shout, oh daughter of Jerusalem!
Behold!, thy king cometh unto thee.
He is the righteous Saviour,
And he shall speak peace unto the heathen
¡Alégrate, hija de Sión!
¡Grita de gozo, hija de Jerusalén!
He aquí que tu Rey viene a ti.
Él es el Salvador justo,
y anunciará la paz a su pueblo.
Ihr habt nun traurigkeit:
aber ich will euch wiedersehen,
und euer Hertz soll sich freuen,
und eure Freude soll niemand
von euch nehmen.
Ich will euch trösten,
wie einen seine Mutter tröstet.
Sehe mich an:
Ich habe eine kleine Zeit
Mühe und arbeit gehabt
Und habe grossen tröst funden.
Ahora estáis tristes:
pero os volveré a ver,
y vuestro corazón se alegrará,
y vuestra alegría no os la quitará nadie.
Yo os consolaré,
como le consuela a uno su madre.
Miradme:
he tenido por un breve tiempo
cansancio y trabajos
y he encontrando gran consuelo.
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Mira los aires, alma solitaria,
alma triste que sola vas gimiendo.
Asciende, sube. Amor te espera.
Dios te espera en la cima de tu vuelo.
Aleteante, temblorosa y blanca,
te veo subir entera entre los vientos.
Te vas dorando, solar eres,
Clara y solar sobre los cielos.
Alma sola de Dios junto a su rostro,
rostro de luz que cubre el firmamento.
Inmensa estás dorada en luz naciente.
Inmensa estás la luz de Dios bebiendo.
Cara con cara junto a Dios, contemplas;
Cara con cara yo te veo.
Vida con vida, luz con luz,
cielo con cielo.
Luz de vida, luz de amor
lenta en los aires bajar siento.
Fundida luz de Dios con luz del alma:
¡Oh claridad en el silencio!
Tenebrae factae sunt,
dum crucifixissent Jesum Judaei:
et circa horam nonam
exclamavit Jesus voce magna:
Deus meus, Deus meus,
ut quid me dereliquisti?
Et inclinato capite,
emisit spiritum.
Exclamans Jesus voce magna, ait:
Pater, in manus tuas
commendo spiritum meum
Se hicieron las tinieblas
cuando los judíos crucificaron a Jesús.
Y cerca de la hora de nona,
exclamó Jesús con voz potente:
Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
E inclinando la cabeza,
entregó el espíritu.
Jesús, dando una gran voz, exclamó:
Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu.
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