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La presencia ignorada de Dios

Textos de Víktor Frankl acerca de la presencia ignorada de Dios en el hombre

Víktor Emil Frankl


(Tomados, salvo que se indique lo contrario, de El hombre en busca del sentido último, edición mejorada y ampliada de La presencia ignorada de Dios)




1. “Así como en el psicoanálisis de lo que toma conciencia el hombre es de su instinto, en el análisis existencial o en la logoterapia, de lo que toma conciencia es de lo espiritual o existencial. Ya que sólo desde el punto de vista de la espiritualidad o existencialidad del hombre se hace posible describir al ser humano en términos de ser responsable… Llegados a este punto, nos proponemos una importante revisión del concepto de inconsciente que domina hoy en día… Nos vemos obligados a ampliar sus límites porque resulta que no existe sólo un inconsciente instintivo, sino también un inconsciente espiritual. Así pues, el concepto ‘inconsciente' debe diferenciarse en un instinto inconsciente y una espiritualidad inconsciente... Las bases espirituales de la existencia humana son, en último término, inconscientes. Así pues, en su nivel más profundo, en centro del ser humano es inconsciente. En sus orígenes, el espíritu humano es un espíritu inconsciente”.

2. “Muchos psicoanalistas han interpretado toda religión en términos de mera sublimación, y en consecuencia, han reducido toda experiencia religiosa, sea consciente o inconsciente y reprimida, a la sexualidad infantil. Ante esto cabe decir: nadie nos hará creer que el hombre es un animal sublimado una vez hayamos mostrado que dentro de cada hombre hay un ángel reprimido.”

Hay siempre en nosotros una tendencia inconsciente hacia Dios, es decir, una relación inconsciente pero intencional a Dios. Y precisamente por ello hablamos de la presencia ignorada de Dios

3. “Sólo podré ser siervo de mi conciencia si, al entenderme a mí mismo, comprendo mi existencia a partir de la trascendencia…. Mi conciencia es algo más que mi propio yo, es portavoz de algo distinto de mí mismo… Es voz, voz de la trascendencia. Esta voz la escucha el hombre solamente, pero no procede de él; al contrario, sólo el carácter trascendente de la conciencia nos permite comprender al hombre, supertonalidad, en un sentido profundo… De modo parecido a como el ombligo humano, considerado por sí mismo no parecería tener sentido…, así también la conciencia sólo puede entenderse en su sentido pleno cuando la concebimos remitiéndola a un origen trascendente.”

4. “Como señor de mi voluntad soy creador, como siervo de mi conciencia soy criatura. Para explicar la condición humana de ser libre basta la existencialidad; para explicar la condición humana de ser responsable debe remitirme a la trascendentalidad del ‘tener conciencia'… La conciencia es sólo el lado inmanente de un todo trascendente.”

5. “La conciencia es la voz de la trascendencia, ella misma es trascendente. Así pues, el hombre irreligioso no es sino aquel que ignora esta trascendencia de la conciencia. Porque también el hombre irreligioso tiene conciencia, también él tiene responsabilidad; sólo que no pregunta más allá, no pregunta no por el ‘ante qué' de su responsabilidad ni por el ‘de dónde' de su conciencia.”

6. “El hombre irreligioso se ha detenido antes de tiempo en su camino en busca de sentido porque no ha ido, no ha preguntado más allá de la conciencia… ¿Por qué no sigue adelante? Porque no quiere dejar de seguir teniendo tierra firme bajo sus pies; porque la verdadera cima se esconde a su vista, se halla oculta por la niebla, y en esta niebla, en esto desconocido, nuestro hombre no se atreve a internarse. A ello sólo se atreve precisamente el hombre religioso.”

7. “Hay siempre en nosotros una tendencia inconsciente hacia Dios, es decir, una relación inconsciente pero intencional a Dios. Y precisamente por ello hablamos de la presencia ignorada de Dios… Dios a veces “nos” es inconsciente, nuestra relación con él puede ser inconsciente, es decir, reprimida y por tanto oculta para nosotros mismos. Ya en los salmos se alude al ‘Dios oculto', y en la antigüedad helenística existía un altar consagrado ‘al Dios desconocido'… Existe una religiosidad latente aun en las personas declaradamente irreligiosas, en las que se interpone la libertad (esto lo puede comprender –y respetar- el médico que es él mismo religioso).”

8. Pero la religiosidad sólo es auténtica allí donde es existencial, es decir, allí donde el hombre no es de algún modo impulsado a ella, sino que él mismo se decide por ella, y la verdadera religiosidad ha de llegar a un punto en que brote espontáneamente.”

9. El hombre es guiado por su conciencia a la hora de buscar y encontrar el sentido. La conciencia es un ‘órgano del sentido'.

Dios es el interlocutor de nuestros soliloquios más íntimos. Es decir, cada vez que te diriges a ti mismo de la manera más honesta posible y en completa soledad, la entidad a la que te estás dirigiendo puede muy bien llamarse Dios

10. “El sentido de la vida puede hallarse bajo cualquier condición, incluso bajo las más inconcebibles… Existen tres caminos que nos llevan a dar sentido a la vida: primero, cumpliendo un deber o creando un trabajo; segundo, experimentando algo o encontrando a alguien; en otras palabras, se puede hallar un sentido no sólo en el trabajo sino en el amor. Pero el más importante es el tercer camino: cuando nos enfrentamos a un destino que no podemos cambiar, estamos llamados a dar lo mejor de nosotros mismos, elevándonos por encima de nosotros mismos y creciendo más allá de nosotros mismos; en una palabra, a través de la transformación de nosotros mismos.”

11. “Yo creo que no sólo hay diálogos interpersonales, sino diálogos intrapersonales, diálogos internos, con nosotros mismos. En otras palabras, los diálogos no tienen por qué darse entre un yo y un tú, sino que también puedan darse entre un yo y un “alter-ego”. Y en este contexto, precisamente, me gustaría ofrecerles una definición de Dios a la que les confieso que llegué a la edad de 15 años. Es como sigue: Dios es el interlocutor de nuestros soliloquios más íntimos. Es decir, cada vez que te diriges a ti mismo de la manera más honesta posible y en completa soledad, la entidad a la que te estás dirigiendo puede muy bien llamarse Dios. Como pueden ver, esta definición burla la frontera existente entre una visión teísta del mundo y una ateísta. La diferencia entre ambas sólo aparece más tarde, cuando la persona que no es religiosa insiste en que sus soliloquios son sólo eso, monólogos consigo mismo, y la persona que sí es religiosa interpreta sus diálogos tan reales como dirigidos a alguien que no es él mismo. Bien, lo que considero más importante a tener en cuenta aquí es esa “sinceridad y honestidad ante todo” de la que he hablado. Estoy seguro de que si Dios realmente existe no se va a poner a discutir con las personas no creyentes porque lo estén confundiendo con ellas mismas y, en consecuencia, lo estén negando.”

12. “Mi definición de religión es igual a la que ofreció Albert Einstein, y que dice lo siguiente: ‘Ser religioso consiste en haber encontrado una respuesta a la pregunta: ¿cuál es el sentido de la vida?'. Hay todavía otra definición, propuesta por Ludwig Wittgenstein, que dice lo siguiente: ‘Creer en Dios es comprobar que la vida tiene un sentido'… Queda una cuestión abierta y que deben resolver los teólogos: ¿hasta qué `punto resultan aceptables las tres definiciones de religión?”.

13. “Nosotros, sólo nosotros somos los seres que buscamos sentido a la vida. Pero no lo hallaremos a menos que nos abramos a una dimensión profunda, a menos que todo lo que vivimos, experimentamos, obramos, elaboramos, esté impregnado de la confianza en algo que no nace de nosotros mismos.” (El hombre en busca de sentido)


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