La mujer y la ética del cuidado
Del 31 de marzo al 2 de abril
PROGRAMA DE ACTIVIDADES
La Modernidad dominada en lo cultural por el protestantismo y el liberalismo que triunfaron con la Ilustración, trajo consigo la separación entre la vida publica y la privada y dio prioridad a la primera sobre la segunda. Desde el siglo XVII aquélla será considerada territorio de los varones y ésta de las mujeres.
Al profundizar en este “moderno” reparto de ámbitos y tareas, surgió en la década de los 80 el debate sobre dos ‘éticas’ distintas, la ética del cuidado y la ética de la justicia, fruto de la discusión planteada por Carol Gilligan frente a las teorías de L. Kohlberg.
Según Giligan, la ética de la justicia, dominante en las sociedades occidentales masculinizadas, surgió para resolver los conflictos mediante la fuerza y el consenso, para ser aplicada donde hay que distribuir algo y donde la lucha por el poder se concibe como asunto fundamental. La suya es una “responsabilidad ante” la ley, meramente formalista.
Frente a ella, la ética del cuidado, propia más bien de las mujeres según Gilligan, consistiría en juzgar teniendo en cuenta lo concreto, las circunstancias personales de cada caso. Está basada en la “responsabilidad hacia” los demás. Puesto que la sociedad no es un conjunto de individuos solos, los seres humanos formamos parte de una red de relaciones, dependemos unos de otros, y por ello lo importante no es el formalismo sino el fondo de las cuestiones sobre las que hay que decidir o actuar; más aún, añadimos, importan sobre todo las personas.
Para Carol Gilligan, que había ayudado al propio Kohlberg en algunas de sus investigaciones, las mujeres no son menos maduras moralmente que los hombres, simplemente hablan con una “voz diferente”: privilegian los vínculos con los demás, las responsabilidades en el cuidado por encima del cumplimiento abstracto de deberes y del ejercicio de derechos.
La ética del cuidado cuestiona la base de las sociedades en las que prima el mercantilismo y el contractualismo, el intercambio de valores idénticos: “tanto me das, tanto te doy”. Al aplicar la responsabilidad y la lógica del don el intercambio no es exacto, depende de lo que cada uno necesite. Cobran importancia la gratuidad y la solidaridad hacia las personas. La corresponsabilidad y la lógica del don plantean un horizonte más amplio y más humano. Además, son un antídoto para la violencia: es difícil destruir lo que uno mismo ha cuidado.
Pero no es admisible una versión feminista del cuidado que reconoce sólo a quien cuida la plena capacidad de decidir acerca del destino de las personas atendidas cuando se considere que éstas no pueden hacerlo (no nacidos, enfermos, disminuidos, etc.) Por otra parte, reivindicar para la mujer una suerte de “vocación especial al cuidado” no implica que los parámetros de una ética del cuidado y de una lógica del don no sean también una exigencia para los hombres, los cuales tienen que reconocer y que aprender mucho de las mujeres en este aspecto (entre otros). Finalmente, la ética del cuidado pone de manifiesto, como modelo ético, que la escisión entre vida pública y privada es estructuralmente injusta e ineficiente, como lo es también la superioridad de aquella sobre ésta.
Así pues, nos ha parecido de gran importancia y actualidad traer como tema de nuestra reflexión:
FORUNIVER es una Escuela de humanismo que pretende suscitar el encuentro con los valores de sentido, a los que en el fondo aspira el corazón.
En nombre de todos cuantos hemos puesto nuestro entusiasmo en esta aventura ilusionante, te envío nuestra invitación más cordial. Te esperamos. No vengas solo/a. FORUNIVER es una amistad que crece. Gaudeamus!
Andrés Jiménez, director pedagógico
- Santiago Arellano Hernández
Catedrático de Literatura. Ex Director General de Educación del Gobierno de Navarra
- Álvaro Carbajo
Filósofo, profesor de Educación Secundaria
- Lourdes Artola
Periodista