Cine y valores
Comentarios (0)

La gran belleza




TÍTULO ORIGINAL: La grande bellezza
PRODUCCIÓN: Italia - 2013
DURACIÓN: 142 min.
ESTRENO: 2013
GÉNERO: Drama


ACTORES:
Toni Servillo, Carlo Verdone, Sabrina Ferilli, Agata Malyszko, Aldo Ralli, Alessia Bellotto, Anna Della Rosa, Annaluisa Capasa, Cristina Aubry.
GUIONISTAS: Paolo Sorrentino, Umberto Contarello


DIRECTOR: Paolo Sorrentino

COMENTARIO

Jep Gambardella es un maduro periodista. Hace muchos años ganó un premio con una novela. Desde entonces sigue buscando la inspiración en medio de una vida disipada en una Roma bellísima y absolutamente mundana y decadente.

Paolo Sorrentino se llevó el aplauso de la crítica en Cannes con esta película plagada de excesos que es, en el fondo y en la forma, un homenaje al cine de Fellini. A estas alturas, cualquiera que haya buceado mínimamente en la sinopsis habrá leído que La gran belleza es una revisión de La dolce vita, y claramente lo es, con un alter ego de Marcello Mastronianni observando, primero como espectador ajeno y después como protagonista, el hastío de tanta vida derrochada en la más absoluta banalidad. Pero la cinta entronca también directamente con la estética barroca y hortera de Roma y con las melancólicas y cínicas reflexiones que pueblan Ocho y medio. En resumen, seguimos hablando de Fellini.

Del famoso cineasta italiano toma los personajes –no solo al protagonista, sino también a las prostitutas, a los nobles, a los cardenales y a las monjas– y los escenarios, los burdeles, los palacios, los salones. Copia sus excesos, la continua presencia de una sexualidad chillona y profundamente triste; imita sus orgías, sus desfiles, sus milagros y sus bailes. Y trata también de acercarse al alma atormentada de Fellini. Y aquí es donde probablemente se abre una falla considerable entre La dolce vita y La gran belleza porque, pese a que los dos finales –magníficos– parecen concluir lo mismo, la fuerza moral de la primera está, según muchos, muy por encima de La gran belleza. Fellini, inmisericorde, condena a su personaje, mientras que Sorrentino le pasa la mano por el lomo. Todo es más consolador y buenista… pero quizás es menos verdadero.

El planteamiento de fondo de La gran belleza es muy similar a La dolce vita. Las dos películas resultan interesantes y agotan al mismo tiempo (aunque soy consciente de que tanto Fellini como Sorrentino precisamente lo que pretenden con sus idas y venidas, con sus repeticiones y con su largo metraje, es que el espectador se agote, porque la banalidad agota). Molesta su excesivo subrayado en la decadencia y también su recrearse en lo sórdido.

Estamos ante una recreación que trata de encontrar en medio del vertedero el pálpito de la belleza, de lo puro. Por eso Sorrentino, en una banda sonora ecléctica y brillante, mezcla a Preisner, Martýnov y Górecki con Raffaella Carrà: porque antes ha mezclado la visión del Coliseo con el tosco espectáculo obsceno de un burdel de barrio. El efecto es el mismo que, si en mitad de un reality show, tratamos de insertar la cinematografía de Malick (por cierto, es llamativa la presencia del cineasta americano a lo largo de esta película).

Habida cuenta de cómo es el ser humano, la cuestión radica en si es capaz de encontrar diamantes en la basura o si, por el contrario, el continuo contacto con la banalidad y la decadencia lo transforman a él mismo en un triste ser vacío y decadente. Quizás Fellini lo tenía más claro que Sorrentino…

Ana Sánchez de la Nieta (Aceprensa)

* * *

Jep, el protagonista, viene a ser un contrapunto posmoderno del sublime y creyente Dante. Solo y desengañado, no tiene una Beatriz intercesora que le muestre el camino del amor, de la esperanza y de la fe. Es el triste diagnóstico de un mundo triste porque ha olvidado su origen y su vocación.


En el Equipo Pedagógico Ágora trabajamos de manera altruista, pero necesitamos de tu ayuda para llevar adelante este proyecto


¿Por qué hacernos un donativo?


Esta web utiliza cookies. Para más información vea nuestra Política de Privacidad y Cookies. Si continúa navegando consideramos que acepta su uso.
Política de cookies