Acerca del amor humano
ALGUNAS REFLEXIONES DESDE UNA “ANTROPOLOGÍA ADECUADA”
Andrés Jiménez Abad
El lugar del ‘corazón’
Se suele utilizar la palabra “corazón” para referirse habitualmente a la afectividad, al mundo de los sentimientos y las emociones. Un mundo algo misterioso e íntimo… Pero los sentimientos y la dimensión emocional –aunque son de verdad importantes- no son siempre lo más profundo de la persona. “Seguir la voz del corazón”, en el sentido de “haz lo que te digan tus sentimientos”, puede ser un acto caprichoso y de auténtica ceguera: también el rencor, la venganza, la envidia, la ira o el deseo de poseer son “sentimientos”, y no son nada buenos como criterios de comportamiento.
Pero, al mismo tiempo, el “corazón”, en su sentido más profundo, más allá de la mera afectividad, expresa el “yo”, a la persona misma; y la orientación de todo nuestro ser –razón y sensibilidad, voluntad y tendencia sensibles– a un bien universal, verdadero. Es el yo real y concreto, la intimidad, que vive en tensión hacia la plenitud, y donde todo sentimiento, idea, deseo, etc., quedan integrados en el amor.
Desde esta perspectiva, Susanna Tamaro se refiere al corazón como “la totalidad más profunda del hombre, la imagen del lugar donde razón y emoción se enlazan armoniosamente y se funden en algo más grande. Ese corazón, en fin, que todas las religiones señalan como la esencia más verdadera y profunda del hombre” (Querida Mathilda, 1998, pág.12)