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El Parque Güell

El Parque Güell


En la ladera de la Montaña Pelada, mirando hacia el Mediterráneo y asomado sobre la ciudad de Barcelona, se encuentra el Parque Güell, declarado por la UNESCO patrimonio cultural de la humanidad en 1984.

En 1900, cuando se inició la construcción del Park Güell -denominación tomada del inglés-, Barcelona era una metrópolis moderna y cosmopolita que basaba su economía en la potencia de su industria y que superaba el medio millón de habitantes. Eusebi Güell había ya estrechado amistad con Gaudí y le propuso crear una urbanización de lujo a las afueras de Barcelona al estilo de las Ciudades Jardín que empezaban a edificarse por Europa, singularmente en el Reino Unido. Lejos de la urbe y sus tensiones, en un entorno saludable, Güell pensaba atraer a unas sesenta ricas familias barcelonesas y crear un pequeño paraíso cargado de evocaciones clásicas y ubicado en un entorno privilegiado. Pero la cosa no funcionó.

El Parque Güell
Además del lujo, el sello personal y la estética religiosa de Gaudí aparecen también de manera clara y manifiesta.

No obstante, cuando en 1914 se abandonó el proyecto, Gaudí había creado un lugar de ensueño, aunando la arquitectura y el paisaje en una consonancia asombrosa. A pesar de la funcionalidad de los espacios, la hermosura estalla por doquier: mercado, plaza, casa del guarda, recepción, pórticos, viaductos, hermosas escalinatas que se amoldan a la pendiente del terreno para ofrecer un espectáculo atrayente bañado por el sol y la luz del Mediterráneo. Además del lujo, el sello personal y la estética religiosa de Gaudí aparecen también de manera clara y manifiesta.

En la misma entrada destaca una airosa cruz de cuatro brazos sobre el edificio de servicios y recepción de las visitas, y en un lugar recogido y alto se eleva un monte Calvario, al que se accede por los caminos trazados sobre el iter romano por donde fue conducida Santa Eulalia para ser martirizada. El camino está bordeado con bolardos esféricos para ascender y descender rezando el rosario.

El Parque Güell

Los pórticos cubiertos son un verdadero prodigio. Las columnas exteriores, acabadas en tosca piedra del lugar, se inclinan hacia el interior para soportar el empuje del terreno, formando una larga y serpenteante bóveda de piedra que se ciñe a la curvatura del terreno. El acceso a las viviendas, que no llegaron a construirse, tiene lugar mediante hermosísimos viaductos de piedra sin labrar, que se abrazan a la vegetación con la que el parque será repoblado hasta ofrecer un espectáculo de fantasía.

En el centro del parque se abre la plaza mayor, semejante al ágora de las polis griegas, verdadero lugar de encuentro soportado por 84 bellas columnas dóricas dispuestas en forma de "sala hipóstila", habilitada para albergar el escenario de un singular mercado, y rodeado por un banco serpenteante cubierto por el famoso "trencadis", mosaico de cerámicas y vidrios policromados, ergonómico y pensado para la conversación amigable de las gentes.

Las bellas columnas griegas son en realidad bajantes por las que se recoge el agua de la lluvia, que va a parar a un depósito o cisterna interior, del que manan tres fuentes escalonadas en las que destaca el famoso dragón o salamandra de vivos colores que da la bienvenida al lugar.

El Parque Güell El Parque Güell
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El Parque Güell

Las alusiones y alabanzas a María, los anagramas religiosos, que el observador atento descubre, dan sentido a la simbiosis entre naturaleza, fe y belleza clásica.

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