Despedidas
UN ADIÓS LLENO DE FELICIDAD
Dirección: Yôjirô Takita.
País: Japón Año: 2008.
Interpretación: Masahiro Motoki (Daigo Kobayashi), Ryoko Hirosue (Mika Kobayashi), Tsutomu Yamazaki (Shouei Sasaki), Tetta Sugimoto, Kimiko Yo (Yuriko), Takashi Sasano (Shokichi), Kazuko Yoshiyuki (Tsuyako).
Guión: Kundo Koyama. Producción: Toshiaki Nakazawa y Toshihisa Watai.
Música: Joe Hisaishi. Fotografía: Takeshi Hamada. Montaje: Akimasa Kawashima. Diseño de producción: Fumio Ogawa. Duración: 131 min.
SINOPSIS
Daigo Kobayashi (Masahiro Motoki), antiguo violonchelista de una orquesta que se acaba de disolver, acaba vagando por las calles sin trabajo y sin demasiada esperanza. Por ello, decide regresar a su ciudad natal en compañía de su esposa (Ryoko Hirosue). Allí consigue un empleo como enterrador: limpia los cuerpos, los coloca en su ataúd y los envía al otro mundo de la mejor forma posible. Aunque su esposa y sus vecinos contemplan con desagrado este puesto, Daigo descubrirá en este ritual de muerte la chispa vital que le faltaba a su propia vida.
La muerte es una entrada, no supone el final sino dejar el presente y encaminarse a la siguiente etapa. Una verdadera entrada.
En ese trayecto situamos la película Despedidas (Ukoribito o Departures) del realizador japonés Yojiro Takita y ganadora del Oscar 2009 a mejor película extranjera y de 10 Premios de la Academia de cine de Japón (incluyendo película, director, actor...)
Cuando alguien deja este mundo lo único que piden sus familiares a cambio al destino (o a su dios dependiendo de sus creencias) es la posibilidad de decirle adiós. Dar la despedida que se merece para dejarle marchar en paz.
Ese es el trabajo en el que acaba Daigo Kobayashi (interpretado magistralmente por Masahiro Mutoki) tras ver un anuncio en el periódico justo después de haber conseguido su sueño: Tocar el chelo en una orquesta. Su problema, como el de todos nosotros, es que el sueño que perseguimos muchas veces no es real. Otras además nos damos cuenta tarde que ese deseo en realidad es el de otra persona y no el nuestro.
La película gira en torno a la vida y a la muerte en un país con unas costumbres en el que se otorga un gran respeto hacia los difuntos, así como a las personas de avanzada edad. Hace varios años las familias se encargaban de embalsamar a los fallecidos en Japón hasta que las funerarias se hicieron eco del negocio y lo subcontrataron a empresas como la del señor Shouei Sasaki (Tsutomu Yamazaki), el jefe de Daigo.
El personaje de Shouei present tal vez mayores matices. Es el propietario de una empresa que vive de los muertos siendo capaz de soportar dicha carga día tras día. Los hechos del pasado son los que marcan a esta persona de pocas palabras, entrañable, de mirada seria pero con gran sentido del humor. No hay presente sin pasado, ni para él ni para nosotros.
Él hace labores de maestro, enseñando a honrar a los muertos y a sus familias en un momento que siempre esta ligado al dolor y a la oración. Siempre con la mayor de las dedicaciones con movimientos elegantes y llenos de ternura. También se erige como la figura paterna que un día marchó (la deseada y no la real) de la que Daigo reniega constantemente a pesar de sus tiernos recuerdos persistentes en su memoria.
El montaje y la música son piezas claves en el engranaje de Despedidas. Se utilizan diferentes planos otorgando diferentes perspectivas siempre acompañados de unos sonidos provenientes de instrumentos de cuerda. Esta música es la causante de dar énfasis tanto a los momentos cómicos como a los dramáticos ensalzando al chelo como el maestro de ceremonias.
Otro de los temas que nos ofrece Yojiro Takita es la representación del honor. Desde el comienzo del metraje, inmerso en un flashforward, los dos principales protagonistas se ven inmersos en una deshonra familiar debido a la condición de la fallecida, la cual se ve que los ha dividido hasta el momento de su muerte. Un desenlace que paradójicamente ha unido sus diferencias. Del mismo modo que la compañera de trabajo de Daigo desvelará la flaqueza que representa tanto la vida de su padre como la suya. Una vergüenza mayor que el propio deseo.
La gran virtud de Yojiro Takita en Despedidas ha sido emplear los 4 elementos de la naturaleza para representar su obra: El agua y el fuego nos hablan de la vida y la muerte, impregnando los colores azul y rojo a las escenas según la conveniencia. La ira, la rabia, el sollozo frente a la calma, la paz y el perdón.
El chelo representa el viento, un mecanismo para la búsqueda de la paz interior y la fórmula para abrazar al padre que realmente no conoció. Un elemento al que se sube y se funde para verse transportado en un reconfortante viaje.
El último elemento, la piedra, es al que más importancia se le otorga. Un nexo de unión entre padre e hijo y un acercamiento a las culturas ancestrales. La figura de la piedra carta.
En la antigüedad, antes de inventar la escritura, la gente buscaba piedras que representara sus sentimientos y se las daban a otras personas. La persona que recibía la piedra leía los sentimientos de la otra persona por el peso y la textura. La textura lisa significaría tener la mente en paz, y la textura rugosa significaría el interés por los demás.
Así, arroparemos el sentimiento que una vez nos fue otorgado no dejándolo escapar, haciéndolo también nuestro. Será nuestra despedida, podremos marchar en paz.
Pero hay otra línea argumental: la delicadeza y reverencia que el cuerpo que fue el de un ser humano merece, y a delicadeza moral de quien saber reverenciarlo.