De l' infinit i del límit en l' art
TORRAS I BAGES
Lo esencial de la belleza, la transparencia del infinitoen las cosas naturales, consiste indudablemente en un cierto resplandor. Sin él nohayobjeto bello.Laarmonía o proporción,la concordancia de loselementos, siguiendo el finísimo análisisde Santo Tomás, constituyeel sujeto, pero no la esencia de la cosabella, o bien,comoél dice,la razón de lo bello; y,en efecto, todos vosotros, a la composiciónpictórica de mayor regularidadyarmonía no le concederéisla palma de la belleza si le faltaba el resplandor de la vida. La luzo resplandor, en su más ampliosentido, es como la forma delInfinito; por eso lospintores dan tanta importancia a la luz y al color, y másque en todas las otrasArtes en la vuestra puededemostrarse la exactitudde aquella idea madre del Angélico cuandoafirma que si bien la proporcióno concordancia constituye el sujeto, no obstante, elresplandor es la esencia de la razón de lo bello (1). Las escenas más repugnantes, iluminadas con elresplandor del Arte se convierten en estéticas; Velázquez conuna cuadrilla de borrachos emborracha nuestro espíritu con la divina ambrosía de una emoción nobilísima, y conla deformidad de unos enanos nos haceexperimentar la consolaciónartística. ¡Oh maravillosa potencia del Arte! Tú eres imagen del Infinitoque hasta del mal haceinstrumentodel bien. De losdesgarrosmoralesyfísicos, de “borrachones”y enanos, del desechodel mundo, sabiendoque cada hombre por miserable que sea, es un relicario dondese cobija elinfinito, valiéndose de les mismas deformidades yllagas,como Dios se vale del demoniopara hacer resplandecer más sugloria, el Artista produce en el espíritu del contemplador la inefableluzde la Belleza.
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“Pulchrum addit supra bonum, quendam ordinem ad vim cognoscitivam; ita quod bonum dicatur id quod simpliciter complacet appetitui, pulchrum autem dicatur id cuius ipsa apprehensio placet. (S. T. 1, 5, 4 ad 1, y 1-11, 27,