Cantando bajo la lluvia
SONRISAS Y MÚSICA
Por Javier Ibarz Gabardós


Pocas películas reúnen tantas virtudes con tanto desparpajo y aparente sencillez como Cantando bajo la lluvia. Comedia redonda, explosión de Technicolor y de fresca y vibrante música con sabor a Broadway y Nueva Orleans, apoteosis del claqué en portentosa exhibición de Gene Kelly, felicísimamente acompañado por Donald O'Connor y Debbie Reynolds, con una genial Jean Hagen en el papel de la rubia tonta. Una película que hace Historia del Cine evocando un momento clave de ésta, el estreno en 1927 de The Jazz singer (El cantante de Jazz), la primera película sonora.

Aquel estreno supuso además el pistoletazo de salida del género del musical cinematográfico, uno de cuyos frutos más granados es sin duda Cantando bajo la lluvia. No es la menor de las virtudes del filme la de hacer autocrítica del star system hollywoodiense, donde cuenta más el nombre y el glamour de las estrellas que cualquier habilidad interpretativa y donde, como canta Cosmo (Donald O'Connor), conviene más dar al público la carcajada fácil que las honduras shakespearianas si se quiere tener algo que llevarse a la boca; dignity, always dignity, la dignidad como lema, proclama cínicamente Don Lockwood (Gene Kelly) ante sus fans mientras les cuenta una milonga sobre su vida en lugar de la dura realidad de su camino hacia la fama.
Con todo, aquel Hollywood de la década de los 50 estaba en su edad dorada, en que se creaban con facilidad asombrosa películas brillantes en todos los géneros, llenas de ingenio y vitalidad, que siguen hoy tan vigentes y radiantes como el primer día.
