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Torre Bellesguard

La Torre Bellesguard fue proyectada libremente por Antoni Gaudí y construida entre 1900 y 1909.

En ella une simbólicamente las raíces cristianas de Cataluña, su historia y el bello enclave donde se ubica.

La importancia de la finca, no obstante, se debe así mismo a su pasado medieval. El año 1408, Bellesguard se convierte en sede real y papal: durante dos años fue la residencia fija del rey de Aragón Martín I el Humano, último conde de Barcelona, y la residencia temporal de Benedicto XIII, el Papa Luna.

La Torre Bellesguard, una de las obras menos conocidas de Gaudí es un símbolo de la catalanidad de Cambó, Verdaguer o Torras y Bages, inspirado en el rey de la corona de Aragón Martín I el Humano, quien vivió en este recinto a finales del siglo XIV. Antonio Gaudí se impregnó de la historia que había entre estas paredes, abandonadas en 1900, para hacer una «reinterpretación del estilo gótico» que plasmó en un «chalé de verano» que le había encargado el comerciante de harinas Jaume Figueras.

En 1888, mientras Gaudí estaba construyendo el palacio de Astorga, el obispo Joan Grau, su paisano y amigo, compró la finca de Bellesguard, posiblemente pensando en su retiro. Desgraciadamente, la muerte lo sorprenderá en 1893. Gaudí que, entonces, estaba en Astorga, se hizo cargo de su entierro, así como de sus últimas voluntades, una de las cuales, como ya hemos dicho, fue la construcción de una escuela para los niños pobres de Reus con el dinero obtenido por la venta de Bellesguard. La venta, sin embargo, se retrasó en el tiempo hasta 1900, pasando a la propiedad de Dª María Sigüés, viuda de Jaume Figueras Barulls, gran amigo de Gaudí.

En Bellesguard, Gaudí se siente libre. Trabaja para unos amigos. Así, decide emprender un proyecto personal, importante para él. Tal como pasa con las Teresianas o la Cripta de la Colonia Güell, aquí también ensaya algunas técnicas que después aparecerán a la Sagrada Familia. Restaura los restos del antiguo palacio, integrándolos en los jardines, y levanta una edificación a medio camino entre el modernismo y el gótico, llena de símbolos y alusiones a la catalanidad, a la fe católica -que considera indisolublemente vinculada a Cataluña- y a la importancia histórica de la finca. El arquitecto acaba su trabajo el 1909.

En la fachada principal, el arquitecto de Dios diseñó un vitral que proyecta un juego de luces y sombras muy peculiar que, en función de la estación del año, encaja perfectamente con un óculo situado en una de las columnas. El vitral, que simboliza una estrella de Navidad, adopta su máxima brillantez y nitidez el 25 de diciembre.

El jardín de la casa, por ejemplo, incorpora dos bancos semicirculares que son ejemplo de geometría acústica, una técnica que no se inventa Gaudí, pero que utiliza en diferentes obras. Podemos sentarnos a lado y lado del banco y hablar bajito, da igual, que el de la otra punta oirá perfectamente igual.

La Torre Bellesguard combina naturaleza con religiosidad y catalanidad. Una entrada mariana precede a una escalera que va acortándose a medida que va cogiendo altura. No es casualidad. Los castillos medievales construían la parte alta de la escalera más estrecha para defenderse mejor. Siempre será más fácil luchar en bajada que en subida, y la espada, que acostumbra a ser larga, será imposible de desplegar en un espacio de no más de tres palmos. Simplemente, se trata de otro homenaje del arquitecto catalán al pasado medieval de la finca. Y tampoco falta el dragón, como en otros edificios de Gaudí, pero en esta ocasión formada por dos ventanas en la zona de superior del tejado.

LA INMACULADA EN BELLESGUARD
Por Ferran Garcés

La fachada de Bellesguard esconde diferentes símbolos y referencias religiosas. Una de ellas, sobresaliente, es el protagonismo de la Virgen María. Cada 8 de diciembre se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, una fiesta muy arraigada en Cataluña desde hace siglos.

Gaudí fue un gran seguidor de esta conmemoración. En muchos de sus edificios podemos encontrar símbolos dedicados en ella.

En la Torre Bellesguard, la devoción de Gaudí por la Inmaculada se manifiesta de dos maneras. Primero, a través de un saludo, y después, con un símbolo, la estrella de ocho puntas. El saludo –Ave María Purísima, sin pecado fue concebida- lo encontramos también en el vestíbulo de la Casa Calvet, construida poco antes. Ambos saludos se ubican en la entrada de la vivienda. A pesar de esta similitud, cada una es diferente, puesto que la de Bellesguard está hecha con hierro forjado y la de la Casa Calvet, con pintura.

“Ave Maria Purísima, sin pecado fue concebida”. Saludo ubicado en el recibidor de Torre Bellesguard.

Por cierto, la palabra Ave, en el saludo de Bellesguard, está escrita dentro de los lóbulos de la letra M de María. Lo cual pueden observar en la foto que se encuentra a continuación.

La segunda referencia, la octagrama o estrella de ocho puntas, es un símbolo milenario con multitud de significados en todo el mundo. En el ámbito católico, hace referencia a la Virgen María. En la foto de la cabecera, un cuadro del pintor Zurbarán, podemos apreciar las pequeñas estrellas de ocho puntas que rodean la cabeza de la Inmaculada.

En Bellesguard lo encontramos en la vidriera de la fachada de la entrada a la torre.

En relación con este símbolo, Galdric Santana, director del Grupo de Investigación de Bellesguard, observa que Gaudí logra una simbología de gran riqueza, representa la estrella de la mañana (Stella matutina) y la estrella del mar (Stella Maris), así como la rosa mística, tres de los atributos de la Virgen María, fieles a las letanías lauretanas, una serie de alabanzas y súplicas dedicadas a la Virgen, muy populares desde el siglo XV. Por otro lado, la cristalera estaría también ligada a otra rosa, al escudo de Reus, la ciudad de los dos constructores de Bellesguard: Antonio Gaudí y Domènech Sugrañes.

Estas referencias no son solo “místicas” sino también históricas. La devoción –y el culto- a la Inmaculada ya estaba presente en el tiempo del castillo medieval de Bellesguard, pero no se vuelve oficial hasta el 8 de diciembre de 1854. Aquel día, el Papa Pío IX reconoció formalmente el dogma de la Inmaculada Concepción a través de la bula Ineffabilis Manantiales.

El 1893, moría Joan Grau Vallespinós –el obispo de Astorga y gran amigo del maestro-, mientras se construía el Palacio Episcopal de esta ciudad leonesa. En aquel momento, Bellesguard era propiedad del obispo y, antes de fallecer, hizo testamento y cedió las escrituras del terreno a Gaudí. El cuerpo del obispo, casualmente, fue enterrado a los pies de la Inmaculada Concepción de la Catedral, en un sepulcro diseñado por el mismo arquitecto. El 1899, el obispo Torras y Bages, también gran amigo de Gaudí, fundó la Liga Espiritual de la Virgen María de Montserrat (uno de los bancos de la entrada a la casa, muestra la montaña de Montserrat en recuerdo de este hecho). Entre sus miembros inaugurales estaban el mismo Gaudí y Jaume Figueras, quién le encargaría la construcción de la Torre Bellesguard. El propósito de la Liga era enriquecer la vida cristiana de los asociados y fomentar la reconstrucción espiritual y temporal de Cataluña. Para Gaudí, la devoción por la Inmaculada Concepción se mezcla con la veneración por la Virgen de Montserrat.

La devoción hacia la Virgen María en la época de Gaudí era fácilmente visible en la mayoría de las poblaciones de Cataluña y España. En el pasado, en la puerta de varias casas, a modo de bienvenida, se acostumbraba a leer las palabras. “Ave María Purísima sin pecado concebida”, o una frase similar, en catalán o castellano. Era, por otro lado, una frase de uso habitual al entrar en una casa o cruzarse con alguien.

Por todo ello, no resulta extraño que a la puerta principal de Bellesguard podamos leer un saludo a la Inmaculada. Lo que sí que acontece diferencial es un pequeño elemento a los dos lados de la letra M de María: un par de estrellas de ocho puntas, coincidencia simbólica que refuerza la vinculación del vitral del vestíbulo con la Virgen María, como hemos explicado anteriormente.


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