Monasterio de Santa María la Real
NÁJERA
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Avanzamos por el Camino de Santiago en tierras de la Rioja, rodeados por el viñedo, que en primavera estalla en colores verdes y que en otoño despliega su vestimenta rojiza, amarilla y parda. Al acercamos a la acogedora ciudad de Nájera, a la entrada, aparece un saludo espontáneo de bienvenida: “PEREGRINO: EN NÁJERA, NAJERINO”.
Capital del valle del Najerilla y sede de los reinos de Nájera-Pamplona en los siglos X y XI, Nájera fue el primer centro impulsor de las peregrinaciones del Camino de Santiago. Tuvo lugar aquí la primera Reunión de Cortes celebrada en España, en 1137, y en ella se acuñó la primera moneda de la Reconquista.
Una leyenda dice que el rey navarro don García VI el de Nájera persiguió tenazmente a una perdiz que se refugió en una cueva. Al entrar en ella el monarca se encontró con una bella imagen de la Virgen y, junto a ella, una jarra o terraza. Ello daría lugar a la elevación del templo, el monasterio de Santa María la Real y el hospital, y a la creación de la Orden de la Jarra y la Terraza, primera orden de caballería que se conoce en España. Posteriormente, Alfonso VI incorporaría el monasterio a la orden de Cluny, a la que perteneció hasta el siglo XVI en que pasó a la orden benedictina. Don García lo convirtió en panteón real. El Claustro de los Caballeros, del siglo XVI, donde el tiempo reposa y se remansa, es famoso por la tracería plateresca de sus arcos, preciosa celosía de piedra, alusiva a virtudes y vicios, que proyecta sobre las galerías maravillosos juegos de luces y sombras. En la Capilla de la Veracruz reposan los restos de Garcilaso de la Vega.
En el interior de la impresionante iglesia se halla el panteón real de los Reyes de Navarra, destaca en particular el sepulcro románico de la reina Doña Blanca.