Saber mirar
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Individuo y persona

1.- CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE INDIVIDUO Y PERSONA DESDE UNA MIRADA LITERARIA.

Texto de referencia: Miguel de Cervantes. Don Quijote de la Mancha. Capítulo LVIII. Que trata de cómo menudearon sobre don Quijote aventuras tantas, que no se daban vagar unas a otras.

“Cuando don Quijote se vio en la campaña rasa, libre y desembarazado de los requiebros de Altisidora, le pareció que estaba en su centro y que los espíritus se le renovaban para proseguir de nuevo el asunto de sus caballerías, y volviéndose a Sancho le dijo:

—La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en mitad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve me parecía a mí que estaba metido entre las estrecheces del hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos, que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recibidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!

—Con todo eso —dijo Sancho— que vuesa merced me ha dicho, no es bien que se quede sin agradecimiento de nuestra parte doscientos escudos de oro que en una bolsilla me dio el mayordomo del duque, que como pítima y confortativo la llevo puesta sobre el corazón, para lo que se ofreciere, que no siempre hemos de hallar castillos donde nos regalen, que tal vez toparemos con algunas ventas donde nos apaleen.”

2.- LECTURA DEL CANTAR DE MÍO CID. UNA VISIÓN PRÁCTICA DEL POEMA PARA NUESTROS DÍAS, 800 AÑOS DESPUÉS: RECUPERAR LA HONRA PÚBLICA Y LA LIBERTAD POLÍTICA EN SU PATRIA.

Metodológicamente es una fuente de luz poner en relación obras del pasado con las del presente. Te ayuda a comprender mejor el pasa- do y el presente. Las obras literarias no son productos inertes. Poseen el resorte de acomodar su complejidad a la mirada de quien las contempla o lee. Reflejan su tiempo y te ayudan a comprender el tuyo.

Os voy a poner un ejemplo. Si profundizamos en el conocimiento del héroe del Cantar de Mío Cid, protagonista de sus gestas o hazañas, y lo comparamos con Pedro, protagonista de la novela Tiempo de Silencio de Luis Martín Santos, y prototipo del «héroe» (antihéroe) desorientado y solitario de la novela contemporánea, inevitablemente nos preguntaremos por lo ocurrido a la sociedad de los tiempos modernos y contemporáneos y nos sentiremos impelidos a buscar en la historia y en el pensamiento la transformación que ha experimentado la sociedad.

3.- CANTAR DE MÍO CID: RECUPERAR LA HONRA FAMILIAR: EL ROBLEDO DE CORPES Y LOS INFANTES DE CARRIÓN.

El Cid, personaje literario, sabe lo que quiere y, por adversos que sean contratiempos, calamidades o situaciones trágicas, tiene claro lo que en cada momento ha de hacer. Pedro

también sabe lo que quiere, pero nadie le ha enseñado a adoptar y aplicar las medidas que cada situación demanda, carece de una voluntad que saque adelante lo que tiene que hacer.

¿Qué ocurriría si un individualismo egocéntrico aniquilase el sentido de pertenecer a una misma comunidad, de que cada ser humano, hombre y mujer, fuese cada uno a lo suyo, sin lazos de familia, fraternidad, amistad, ni bien común sino interés propio, aun en el amor?

Comparemos, por ejemplo, las decisiones que toman Hamlet y el Cid ante dos circunstancias paralelas. Hamlet, personaje de la tragedia de Williams Shakespeare, opta por la venganza para castigar el fratricidio de Claudio, rey de Dinamarca, y la ofensa de Gertrudis, su madre, por haberse casado, contra norma y costumbre, con su cuñado, asesino además de su primer esposo, padre del príncipe. Las consecuencias serán terribles: destruye el amor de Ofelia y entrega la patria a Fontibrás, enemigo de la nación, quien por derecho heredará la corona, por la muerte de todos, incluido el príncipe de Dinamarca.

No menos grave es la injuria recibida por el Cid, precisamente en el momento en que era el más poderoso en armas de España. Puede exterminar con la fuerza a los Infantes de Carrión, que han intentado asesinar a sus hijas en el robledal de Corpes, e incluso pasar por las armas al reino de León. Pero el Cid desdeña el camino de la venganza personal y acude al rey de Castilla para que, por vía de la justicia, restaure la honra perdida y castigue a los culpables.

Estoy convencido de que la historia literaria forma en España un todo como el curso de un río, con aguas claras que tienen su porqué y con aguas turbias que también lo tienen; con aguas caudalosas y con aguas cenagosas y estancadas, unas y otras siempre como consecuencia.

El proceso creativo refleja, en el curso del tiempo, dos modelos antropológicos en contienda, dos civilizaciones contrapuestas: la nacida de la aplicación de la fe cristiana a la vida hasta convertirse en una civilización coherente y fecunda; y la que pretende construir un mundo feliz, inmanente o de tejas abajo y autosuficiente, que ofrece ilusorias promesas y acaba, en un lento proceso ya de siglos, recogiendo frutos amargos de desesperación, soledad y sinsentido.

La literatura –espejo de la vida– nos refleja esta contienda, funda- mentalmente en las consecuencias existenciales que definen al hombre que llamamos moderno. Paradójicamente, el hombre liberado de ta- búes, de trabas morales, religiosas, sociales, en vez de haber encontrado un lugar ameno donde desarrollar su existencia a la medida de su voluntad, se ha considerado aherrojado a un mundo inhóspito, extranjero en la tierra de promisión, extraño como un apestado y desterrado en un valle de lágrimas sin salida ni esperanza. Ocurre lo mismo en el resto de las Artes.

La historia es una opción de libertad. No es admisible que el acontecimiento humano se contemple como un proceso ineludible, frente al cual cada persona y cada tiempo, como si de una riada se tratase, solo pudiera sortear males mayores. Toda elección en el tiempo, individual o colectiva, no carece de responsabilidad y sus consecuencias se perciben y desarrollan en un proceso previsible. Un modelo antropológico construye un modelo de sociedad y hasta un modelo de civilización. Su contrario, un modelo opuesto al anterior. Ningún determinismo es admisible, ni el proceso del desarrollo progresivo marxista, ni el cíclico o circular (Arnold J. Toynbee). Ambos niegan la libertad del hombre. La literatura refleja el acontecimiento humano. Todo pudo haber sucedido de otra manera. La providencia de Dios está presente en el curso de la historia. Y sabemos que, hasta con renglones torcidos, Dios escribe recto.

4.- CALDERÓN DE LA BARCA: DESTINO Y LIBERTAD EN LA VIDA ES SUEÑO. EL PRÍNCIPE SEGISMUNDO EN LA CÁRCEL Y EN LA CORTE.

¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber,
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender,
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma:
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas,
gracias al docto pincel,
cuando, atrevido y cruel,
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto:
¿y yo con mejor instinto
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas bajel de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío:
¿y yo con más albedrío
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le da la majestad
del campo abierto a su huída:
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA

Uno de los textos más conocidos de nuestro gran Calderón de la Barca es el primer monólogo que en La vida es sueño pronuncia Segismundo. Es de noche, unas antorchas encendidas iluminan la cueva donde se encuentra cargado de cadenas el Príncipe que con tan aciagos presagios vino a este mundo. Lo escondido y abrupto del lugar no ha impedido la presencia de dos extraños personajes, extraviados y testigos casuales de tan estremecedor lamento.

La obra ha comenzado con la descripción de un caballo despeñado ladera abajo por no haber podido ser controlado en su ciego instinto. Como contrapunto un hombre clama por su carencia de libertad y no de cualquier manera. Quiere desentrañar la razón profunda, apurando los mismos cielos para descubrir el delito cometido. Necesita conocer por qué teniendo más alma que el resto de los seres que le rodean él y sólo él se encuentra encadenado y privado de libertad.

Lo recargado del lenguaje y la sucesión de metáforas que van metamorfoseando la realidad no impiden que el ritmo de las décimas nos vaya calando internamente, hasta tocar nuestras fibras más íntimas y despertar en nosotros una simpatía por alguien desconocido que está privado de un derecho tan básico y elemental.

Se comprende que el texto a lo largo de los siglos haya sido seleccionado en las antologías. El grito clamado y reclamado por Segismundo representa el anhelo universal de individuos y pueblos cuando han perdido la libertad.

El poema es, sin embargo, un punto de partida y no la idea cabal que de la libertad tenía Calderón. La referencia al alma sitúa rectamente la fuente de donde provienen derechos y anhelos tan humanos. Si podemos hablar de libertad es por nuestra condición de seres espirituales, bien es verdad que fronterizos con el orden material que si bien nos condiciona y limita no nos determina inexorablemente. En verdad puede Segismundo alardear de tener mejor instinto, más albedrío y más vida; pero si se examinan los cuatro referentes que le despiertan deseo tan noble y aún envidia, ninguno de ellos son un exponente de libertad sino de movilidad. ¿Quién se atrevería a atribuir libertad a un pájaro, a un pez, a un bruto (tigre) o a un arroyo? Son los modelos que contempla en medio de sus prisiones. Con razón se queja al final de que con tales maestros hubiera podido convertirse en una auténtica fiera.

Este punto de partida deja a las claras que la libertad no se puede reducir a carecer de cadenas ni hacer con mi vida lo que me dé la gana, ni aun respetando las ganas de los demás.

5.- EL TRIUNFO DE LA LIBERTAD.

Segismundo vence al Destino por un acto consciente de la libertad: Basilio, el padre, derrotado y postrado a los pies del Príncipe, es alzado por el hijo y reconocido como Rey.

BASILIO: Yo, acudiendo a mis estudios,
en ellos y en todo miro
que Segismundo sería
el hombre más atrevido,
el príncipe más cruel
y el monarca más impío,
por quien su reino vendría
a ser parcial y diviso,
escuela de las traiciones
y academia de los vicios;
y él, de su furor llevado,
entre asombros y delitos,
había de poner en mí
las plantas, y yo, rendido,
a sus pies me había de ver
-¡con qué congoja lo digo!-
siendo alfombra de sus plantas
las canas del rostro mío.?

Calderón, con un rigor y una precisión de fina relojería, mueve los hilos que la componen en torno a Segismundo y mantiene hasta el final la intriga sobre la idea dominante. ¿Puede el hombre vencer el destino establecido por los astros o, por el contrario, somos simples marionetas en manos del destino? Nos plantea el tema de la libertad.

El lamento del protagonista, el ¡Ay mísero de mí. Ay infelice!, encadenado y encerrado en un torreón inasequible, muestra el grado más primario de la libertad, poder movernos sin trabas.

Libre de cadenas aparece Segismundo en la corte. Pero el Príncipe heredero sigue encadenado, ahora psicológicamente. Sin nada ni nadie que las reprima, sus pasiones dominantes impulsan ciegamente el obrar del protagonista y nada menos que la ira y la lujuria, aquellas que lo arrastrarían al cumplimiento de su destino.

Basilio, su padre, como leemos en el fragmento ofrecido, ha descubierto que el sino de su hijo era ser un hombre cruel, impío con sus padres y tirano para su pueblo. No lo dudó: debía recluirlo en secreto en una torre o cárcel inaccesible para evitar los males anunciados contra él y su reino. Ya mayor, le surgen unas dudas: quizás por ser justo con su pueblo, había sido injusto con su hijo. 

Adopta entonces una tan ingeniosa estratagema como peligrosa. Mediante una pócima lo llevarán dormido de la torre a la corte y por el mismo procedimiento regresará a las cadenas, si en su obrar confirma lo que anunciaban los astros. Ya no será la cárcel una decisión arbitraria sino un castigo.

Paradójicamente su deseo de justicia ha desencadenado el cumplimiento del destino. Para Basilio: el destino se impone a la libertad. El populacho, al enterarse de que existe el heredero legítimo, asalta la torre, libera a Segismundo, se entabla una batalla y todo anuncia que el padre, derrotado, someterá su cerviz y sus canas al vencedor. Tal como los astros lo predijeron.

Pero la ingeniosa argucia vino a propiciar que en el impetuoso Segismundo fuese madurando y asentándose una concepción de la vida que se iba a convertir en clave de sentido. ¿Será la vida un sueño, una sombra, una ficción?

La reflexión sustituye al frenesí de una acción impulsiva y desordenada. A partir de este momento Segismundo es responsable de la opción que elija. No es el impulso ciego de la naturaleza llamada ?astros o destino? sino la libertad consciente la que interviene. Segismundo vence al destino en el momento en que se plantea una meta y opta por un camino. Segismundo ha hecho triunfar la libertad cuando elige entre dos opciones contrarias. La libertad surge, como en todo ser humano, cuando se plantea un para qué.

Que la vida sea o no apariencia o sueño no supone haber encontrado la respuesta al modo mejor de vivir. Sigue en pie la duda: ¿qué debo hacer? o ¿qué camino seguir? Se hace necesaria la elección. Si el vivir sólo es soñar ¿no será lo pertinente gozar de la ocasión y atreverse a todo? O por el contrario ¿será mejor aspirar a lo eterno y dedicarse a ganar amigos para cuando despertemos?

Elevemos la fábula a categoría universal. Todo ser humano viene como Segismundo marcado por unos “astros?” que se llaman naturaleza, historia y o tan solo libertad como pretenden algunos discípulos de Sartre. Antiguamente se distinguía entre el temperamento dado y el carácter adquirido; entre las pasiones dominantes insertas en cada persona y las virtudes que en positivo las encauzaban; se sabía que lo fácil es ?irse al hilo de la gente? frente al arduo camino de quien va contra corriente. Educar no es otra cosa que ayudar a salir airoso en este combate.

Nuestro tiempo es contradictorio. No reconoce límites a la bondad de la naturaleza y luego se escandaliza de que nuestros adolescentes sean imposibles o hagan imposible la vida escolar o familiar, etc. Somos optimistas en el camino y nos echamos las manos a la cabeza en el momento de la llegada. Basilio al menos es más consecuente: como conoce que su hijo es de “mala pasta” no duda en suprimirle la libertad. Lo recluye en la torre. Su educación se reduce a represión sin sentido, a palo y tente tieso. Nuestro momento educativo permisivo y poco exigente está tentado de imitar a Basilio, como reacción y remedio a un descontrol. Es la historia de la educación moderna. Cuando se olvida la verdadera naturaleza humana, todo roussoniano termina siendo jansenista. Ignoran la doctrina del pecado original: somos un anhelo inconmensurable de bien, que se estrella contra la facilidad que tenemos para hacer lo contrario. La educación verdadera conoce los anhelos, pero habilita al aprendiz, le da resortes para poder llevarlos a término, cree en la libertad pero cultiva la responsabilidad.

Mucho se parece a nuestra sociedad la ligereza con que el sabio Basilio decide llevar a la Corte a Segismundo, sin más criterio que la esperanza de que en su actuar contradiga magnánimamente el destino y se comporte cuerdamente. No es justa ni prudente esta decisión. ¿Qué cabía esperar de una persona que ha crecido entre las fieras, ha sido educado por las fieras y sobre todo por los sermones de su carcelero?

Es aleccionador comparar a Segismundo con nuestros jóvenes y adolescentes. Estableced una semejanza entre la ?corte? de Segismundo y la noche del botellón o las juergas descontroladas de la juventud los fines de semana. Da lo mismo que provenga de la torre jansenista o del relajo roussoniano. Unos y otros están esperando su hora, como evasión, aventura o rebeldía contra lo establecido. Se entregan a la noche, dejándose llevar por todo tipo de pulsiones descontroladas y aunque regresen, una vez tras otra, hastiados, mantienen la esperanza de que quizás en la próxima ocasión encuentren respuesta a sus confusas ilusiones. Pero ¿quién les ha ofrecido claves de sentido?

Segismundo sí encontró claves de vida en medio de la noche. Por eso Segismundo venció al destino. Triunfó la libertad. Dios se lo conceda a nuestros descendientes.

SEGISMUNDO: Corte ilustre de Polonia, (…)
Lo que está determinado
del cielo, (…)
nunca miente, nunca engaña,
porque quien miente y engaña
es quien, para usar mal dellas,
las penetra y las alcanza.
Mi padre, que está presente,
por excusarse a la saña
de mi condición, me hizo
un bruto, una fiera humana;
de suerte que, cuando yo
por mi nobleza gallarda,
por mi sangre generosa,
por mi condición bizarra,
hubiera nacido dócil
y humilde, sólo bastara
tal género de vivir,
tal linaje de crianza,
a hacer fieras mis costumbres.
¡Qué buen modo de estorbarlas!........
la fortuna no se vence
con injusticia y venganza,
porque antes se incita más.
Y así, quien vencer aguarda
a su fortuna, ha de ser
con prudencia y con templanza.
No antes de venir el daño
se reserva ni se guarda
quien le previene; que aunque
puede humilde (cosa es clara)
reservarse dél, no es
sino después que se halla
en la ocasión, porque aquesta
no hay camino de estorbarla……
Sentencia del cielo fue;
por más que quiso estorbarla
él no pudo, ¿y podré yo
que soy menor en las canas,
en el valor y en la ciencia
vencerla? Señor, levanta,
dame tu mano; que ya
que el cielo te desengaña
de que has errado en el modo
de vencerle, humilde aguarda
mi cuello a que tú te vengues;
rendido estoy a tus plantas.

Este fragmento, final de La vida es sueño de Calderón de la Barca, no es de los conocidos. Sin embargo cierra la trama de la obra y se convierte en el desenlace triunfal de la tesis del drama. Es sabido que la obra de Calderón sustenta la doctrina católica sobre la libertad. Segismundo, príncipe heredero, presagiado de destinos malévolos y adversos, gracias a descubrir a tiempo el sentido de la vida, se convierte en el ser capaz de vencer su destino, de domeñar y poner en orden una naturaleza de la que augurios, indicios y signos presagiaban un obrar irremediable. Quien quiera saber en qué consiste la libertad, tiene que leer atentamente este drama. No conozco otra obra tan compleja y tan clara.

Ningún ser humano nace libre de una naturaleza rebelde y que al menos en algún aspecto de su persona no tenga que reconducirla al bien. Todos los signos, en Segismundo, anuncian que va a ser un torbellino de violencia y crueldad y para colmo lo manifiesta en el mismo momento de nacer. La madre muere en el parto. Como con Edipo, en las antiguas tragedias griegas, ¿se cumplirá el vaticinio de que humillará y le quitará el trono a su padre? La grandeza de los asuntos clásicos, por tremebundos que nos parezcan, es que fácilmente se pueden universalizar. Segismundo nace presagiado y destinado a dejarse dominar por una naturaleza violenta. La ira se manifiesta como su pasión dominante. Si triunfa, con ella se enseñorearán en su vivir y obrar todas las demás pasiones convertidas en vicios, lo mismo la soberbia que la lujuria. Qué más da que en cada uno de nosotros sea o la soberbia o la pereza o la gula o la envidia, que aunque no mediante señales celestes escritas o anunciadas prodigiosamente, se encontrarán como tendencias dominantes en nuestra naturaleza. Basilio es un padre y un rey prudente. Ha pedido información sobre el destino de su hijo y los entendidos, empezando por él mismo le han dicho lo que saben. Su hijo es violento y además ejercerá la violencia incluso contra sus padres. Como educadores el reto no puede ser más apasionante. La gran cuestión surge inmediatamente: O cada uno es como es y no tiene remedio; o cada naturaleza es un punto de partida que puede ser reconducida y llevada a su perfección. Los padres y los profesores sabemos que en esta segunda alternativa se encuentra la naturaleza y fin de la educación.

La primera tarea es conocer. No sirve el genérico: es humano luego tiene pasiones. El buen educador trata de conocer no sólo lo negativo, sino lo positivo de una personalidad pero lo más preciso posible. Bien entendido que ninguna pasión domeñada no sea fuente de poderosos caracteres para bien. Si conociéramos bien nuestros defectos y virtudes, tendríamos la mitad del camino recorrido.

Basilio es un sabio, pero en su concepción sobre las posibilidades de corregir la naturaleza comete un error lamentable. Segismundo es como es y no tiene remedio Ignora que lo que uno recibe como germen es destino, es también germen de libertad, qué prodigio, que puede cambiarlo. El fragmento es una acusación admirable contra quienes consideran que la educación consiste en poner cadenas y grilletes para dominar las pasiones. Segismundo denuncia los errores cometidos por su padre Basilio , pero enseña el camino de una verdadera educación.

La fortuna no se vence
con injusticia y venganza,
porque antes se incita más.
Y así, quien vencer aguarda
a su fortuna, ha de ser
con prudencia y con templanza.

Ser dueños de nosotros mismos es la gran hacienda que maestros y padres nos pueden legar. Las pasiones necesitan ser ahormadas. Pero nadie supera una pasión si no consigue un ideal superior para que esa misma pasión se transforme en virtud fecunda. El posible tirano Segismundo se transforma en garantía del honor y libertad de los demás. Los buenos educadores, padres y profesores, lo saben aunque no se hayan cruzado con Segismundo.

Dos reflexiones acerca del sentido de la vida:

1.- Nuestro tiempo queda reflejado en el siguiente diálogo de Alicia en el País de las maravillas:

“Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar --dijo el Gato.
-No me importa mucho el sitio... --dijo Alicia.
-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes --dijo el Gato.
-... siempre que llegue a alguna parte --añadió Alicia como explicación.
-¡Oh, siempre llegarás a alguna parte --aseguró el Gato--, si caminas lo suficiente!”

Es posible que lleguemos a alguna parte; pero más probable es que nos quedemos varados en el camino. Si Ulises, al terminar la guerra de Troya no hubiera sabido que su lugar natural era Ítaca, se hubiera quedado en cualquiera de las mil tentaciones que le sobrevienen en el camino...

Si no hubiera sabido que en Ítaca le esperaba su padre Laertes, su hijo Telémaco, su esposa Penélope, su porquerizo Eumeo y hasta su perro Argos no hubiera regresado y más sabiendo que tiene que disfrazarse de mendigo y entablar una lucha a muerte con los pretendientes de su mujer. Tiene razón Cernuda. Si no existen lazos, vínculos es imposible caer en la cuenta de regresar; que es en los compromisos, como le enseña el Zorro al Principito, donde aparece nuestra liberación

2.- Una acomodación a nuestro tiempo en el marco del Transhumanismo y de las Agendas 2030 y 2050. Seréis como Dios. Es una opción desde la libertad. Siempre, siempre desde la libertad. Este es el dilema: con Dios o contra Dios. Inmortalidad y eterna juventud, aquí y para siempre (más que una utopía). O eternidad: Morir solo es morir, morir se acaba (José Luis Martín Descalzo)…


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