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Un sepulcro en el cielo

Evocación de la vida del Greco, "pintor de almas"

“Dondequiera que vayan mis ojos, tierra adentro, no hay límite para el fuego devorador. Desde mis principios no hago sino acostumbrarme al incendio que me precedió y permanecerá vivo en la tierra cuando yo ya no esté aquí”
Un sepulcro en el cielo, Vintila Horia
Bajo la evocación de la vida del Greco, “pintor de almas”, la novela sorprende con un tenso acercamiento a las grandes cuestiones de la existencia, como el arte, la religión y la muerte, o el sentido del hombre en el mundo. El resultado es una gran novela, introspectiva pero vibrante, sobre el hombre y la permanente nostalgia que lo traspasa

Así comienza Un sepulcro en el cielo, novela construida como recreación poética de la vida del Greco en sus diversos escenarios: Creta, Venecia, Roma, El Escorial y, sobre todo, Toledo. En ella, el artista se dirige a la mujer amada, Jerónima, descubriendo su rico mundo interior y su percepción de una realidad compartida con personajes como Cervantes, Quevedo, Ticiano o el Veronés.

Vintila Horia incorpora en la obra, para dar realce a las sombras, el contacto del pintor no sólo con el Renacimiento, sino con la vuelta al clasicismo, al paganismo y a la tensión entre la antigua y vieja Roma, con la Roma de los Papas; también muestra la tensión de lo morisco, de lo herético, de la competencia contra el Imperio como sombras... el Toledo de las cuevas y de lo oculto frente a la ciudad exterior, la de la luz, en la que encuentra a Juan de Yepes, a Santa Teresa y a tantos y tantos caballeros castellanos.

Un sepulcro en el cielo nos sumerge de lleno, a través de un estilo tan cuidado como poético, en el siglo XVI español, una época considerada por el autor como aquella en la que el espíritu humano alcanzó su más alta cota.Culturalmente católico (aunque al parecer no abandonó su confesión ortodoxa) Vintila Horia ve en la España del Siglo de Oro la última oportunidad del hombre cristiano para crear en la tierra una ecumene, un imperio bajo la luz de Cristo y según las ideas de Dante en De Monarchia. En ese sentido, la derrota de la Armada Invencible se convierte en símbolo de un proyecto titánico (quijotesco) que se hunde para no ser recuperado jamás. Es el tema de Un sepulcro en el cielo, donde El Greco se erige en cronista de un desastre y El entierro del Conde de Orgazen la alegoría de "un sueño que se frustra en la tierra para cumplirse en el cielo".

Magia, ciencia, clasicismo y vuelta a lo antiguo, afán de cosas nuevas y el deseo de plasmar un mundo platónico y genuinamente cristiano, chocan en la mente y en los pinceles del Greco que, volviendo de encuentros oscuros, siempre busca retratar el lado bueno, el que mira hacia el Reino Eterno.

Pero la escuadra Invencible cae, el Imperio español se adormece. Cervantes muestra en El Quijote los sueños que no alcanza el caballero andante y es que el Reino de la luz está más arriba, en el Cielo que se abre en el espectacular entierro del Conde Orgaz, donde la Virgen recibe el alma del Caballero mientras Cristo Reina en las alturas.

Bajo la evocación de la vida del Greco, “pintor de almas”, la novela sorprende con un tenso acercamiento a las grandes cuestiones de la existencia, como el arte, la religión y la muerte, o el sentido del hombre en el mundo. El resultado es una gran novela, introspectiva pero vibrante, sobre el hombre y la permanente nostalgia que lo traspasa.


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