Saber mirar
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Rubén Darío

Rubén Darío
AMO MÁS


Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
el ser y con la tierra y con el cielo,
con lo claro del sol y lo oscuro del lodo:
amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.


Y cuando la montaña de la vida
nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,
amar la inmensidad que es de amor encendida
¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!

MÍA


Mía: así te llamas.
¿Qué más harmonía?
Mía: luz del día;
mía: rosas, llamas.


¡Qué aroma derramas
en el alma mía
si sé que me amas!
¡Oh Mía! ¡Oh Mía!


Tu sexo fundiste
con mi sexo fuerte,
fundiendo dos bronces.


Yo triste, tú triste...
¿No has de ser entonces
mía hasta la muerte?



QUE EL AMOR NO ADMITE CUERDAS REFLEXIONES

Rubén Darío


Señora, Amor es violento,
y cuando nos transfigura
nos enciende el pensamiento
la locura.


No pidas paz a mis brazos
que a los tuyos tienen presos:
son de guerra mis abrazos
y son de incendio mis besos;
y sería vano intento
el tornar mi mente obscura
si me enciende el pensamiento
la locura.


Clara está la mente mía
de llamas de amor, señora,
como la tienda del día
o el palacio de la aurora.
Y el perfume de tu ungüento
te persigue mi ventura,
y me enciende el pensamiento
la locura.


Mi gozo tu paladar
rico panal conceptúa,
como en el santo Cantar:
Mel et lac sub lingua tua.
La delicia de tu aliento
en tan fino vaso apura,
y me enciende el pensamiento
la locura.


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