Cuentacuentos
Comentarios (0)

La oración del zapatero

Dedico toda la noche a reparar los zapatos de mis clientes para que ellos puedan ir a trabajar

Oración verdadera
Al levantar el martillo para golpear un zapato, casi puedo escuchar cómo mi corazón suspira: ¡Qué desgraciado soy, pues no soy capaz de hacer mi oración de la mañana...! - Si yo fuera Dios, apreciaría más ese suspiro que largas horas oración

Un zapatero remendón acudió a un monasterio cercano para preguntarle a un sabio monje y le dijo:

No sé que hacer con mi oración de la mañana. Mis clientes son personas pobres que no tienen más que un par de zapatos. Yo se los recojo a última hora del día y dedico toda la noche a repararlos para que ellos los tengan listos para el día siguiente y que puedan ir a trabajar. Aun así al amanecer sigo teniendo trabajo.

Y mi pregunta es:

- ¿Qué debo hacer con mi oración de la mañana?

- ¡Qué has venido haciendo hasta ahora? - preguntó el monje.

- Unas veces hago la oración a todo correr y vuelvo enseguida a mi trabajo; pero eso me hace sentirme mal. Otras veces dejo que se me pase la hora de la oración, y también entonces tengo la sensación de haber faltado; y de vez en cuando, al levantar el martillo para golpear un zapato, casi puedo escuchar cómo mi corazón suspira: ¡Qué desgraciado soy, pues no soy capaz de hacer mi oración de la mañana ...!

Le respondió el sabio monje:

- Si yo fuera Dios, apreciaría más ese suspiro que largas horas de oración.


En el Equipo Pedagógico Ágora trabajamos de manera altruista, pero necesitamos de tu ayuda para llevar adelante este proyecto


¿Por qué hacernos un donativo?


Esta web utiliza cookies. Para más información vea nuestra Política de Privacidad y Cookies. Si continúa navegando consideramos que acepta su uso.
Política de cookies