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El ser humano: “algo más que...”

Una visión profunda de la persona

Andrés Jiménez

El origen del ser humano
Considerar al ser humano como nada más que…, es incurrir en un reduccionismo, en una visión que no entiende realmente la profunda y sorprendente realidad que constituye a un hombre o mujer como alguien y no simplemente como algo

Introducción

¿Es el ser humano una cosa más entre las cosas? Una mirada superficial seguramente tenderá a considerar que, según el punto de vista que se utilice, un ser humano, sobre todo si en él o en ella no concurren cualidades sobresalientes, puede ser tenido simplemente como “un millón de hombres partido por un millón” (Koestler). Sería un caso más entre muchos de la especie humana, un trabajador más o menos eficiente, más o menos capaz de desarrollar determinadas facultades o de desempeñar ciertas tareas.

Según determinadas legislaciones, un ser humano sólo es reconocido como sujeto de derechos si cumple ciertas condiciones establecidas por los legisladores. De hecho, en muchos casos, se trata al ser humano como una cosa que posee un valor relativo. ¿Se lehace justicia con ello, o el ser humano es algo más?

En el Museo de Historia de Washington, en una sala que anuncia: “El hombre”, se representa en una lámina casi de tamaño natural el cuerpo de un hombre de 77 kgr. de peso. En recipientes de cristal de diferentes tamaños se guardan los productos naturales y químicos que se encuentran en el organismo humano: 48 litros de agua, 17 de grasa, 4 de fosfato de cal, 1’5 kgr. de albúmina, una placa de gelatina de 5 kgr., así como otros más pequeños con almidón, carbonato cálcico, azúcar, cloruro de socio, etc. ¿Es eso el hombre?.

Ante la complejidad del ser humano se puede caer en la simplificación de reducirlo a su dimensión física, química o biológica, por ejemplo. En el citado Museo, el recinto en el que se muestran los ingredientes mencionados se encuentra junto a un amplísimo elenco de obras humanas de la más dispar condición y de muy variada importancia histórica. Salta a la vista que la causa de tales realizaciones tiene que ser “algo más” que un cóctel de productos y reacciones químicas un tanto sofisticado.

Quien mira solamente una de las secciones del cilindro verá un círculo o un rectángulo, pero no un cilindro. Algo parecido les sucede a las antropologías que reducen al hombre a uno de sus aspectos particulares. Toman la parte por el todo y pierden de vista al propio hombre. Éste puede ser reducido a alguna o a algunas de sus dimensiones, lo cual es correcto pero con una condición: que cada aspecto o punto de vista no vaya precedido por un ‘nada más que’. Porque el hombre es cada una de sus facetas o dimensiones ‘y mucho más’.Considerar al ser humano como nada más que un factor económico, un animal que habla, un bípedo implume, un animal con voluntad de poder, un complejo de tendencias movidas por el instinto sexual, etc., es incurrir en un reduccionismo, en una visión que no entiende realmente la profunda y sorprendente realidad que constituye a un hombre o mujer como alguien y no simplemente como algo.


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